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Historiador y docente
Adolfo Gilly: el relámpago
A

rticular históricamente el pasado no significa conocerlo como verdaderamente ha sido. Significa adueñarse de un recuerdo tal como éste relampaguea en un instante de peligro.

Walter Benjamin, Sobre el concepto de historia, tesis VI

Escapaste tantas veces, viejo querido, que iluso pensé que la habías burlado para siempre. Libraste con Mario Payeras los días de la selva, con Rico Galán y los estudiantes del 68 la oscuridad del Palacio Negro, con Michel Pablo y otros muchos persecuciones, destierros y exilios de todos lados.

Al fin te arraigaste para siempre en tu tierra mexicana y en sus revoluciones. Desde aquí seguiste siendo actor y lúcido interprete de la historia. Descubriste la revolución interrumpida, para profundizar la utopía mexicana por nuevas sendas y caminos infinitos.

Aquí te hermanaste con Galván y doña Rosario, acompañaste a los estudiantes del CEU y apostaste a transformar a tu UNAM en su Congreso, con Cuauhtémoc te propusiste construir un país diferente, te implicaste con la razón ardiente del zapatismo y denunciaste el crimen de Estado contra los estudiantes de Ayotzinapa. Apoyaste y ayudaste a entender las guerras de Centroamérica desde el análisis profundo y la experiencia de tus historias clandestinas. Siempre te la jugaste con los de abajo y sus movimientos.

Dejando atrás el siglo del relámpago, te adentraste en el tiempo del despojo. Construiste interpretaciones y proyectos a contrapelo, desde la libertad y el rigor del pensamiento, por encima de barreras partidarias y de rígidos referentes ideológicos. Tejiste reflexiones sin más amarres que la calidez de tu humanidad y la coherencia de tu andar.

Las historias militares te envolvieron y te intrigaron desde joven. Como en un espejo te encontraste con la ética y la rectitud de Felipe Ángeles. Siguiéndole la huella desde la decena trágica alcanzaste a abrazar al estratega de cuerpo entero.

¿Adónde vas ahora, paciente guerrillero del pensamiento? ¿Qué escena representas, cuál escribes? ¿Qué estrella y espiral será tu norte?

¡Espera, nunca es tiempo! No hay quien pelee tus batallas, compile tus memorias, revele, como tú, las historias y persiga tus pasiones cardinales. Detente, aquí haces falta, no te vayas, es tiempo de peligro. Relampaguea, quédate para siempre en la memoria.

* Especialista en sociología política de la educación superior y de los movimientos sociales.