as actuales urgencias de ganar simpatías en las plazas públicas lleva a pormenorizar los contenidos básicos del modelo vigente. Todos los aspirantes a la candidatura mayor se empeñan en mostrarse impregnados de las transformaciones ya iniciadas por el gobierno. Algunas de éstas se han, sin duda, consolidado: las pensiones, ahora universales para adultos mayores, por ejemplo. Pero otros –varios– programas adicionales han corrido con suerte similar y ya destacan como logros concretos de este periodo sexenal que se acerca a su final. Antes de cerrar el capítulo postrero, la concreción aguarda a otros varios asuntos cruciales. Se espera que los cambios y las propuestas de gobierno, durante este plazo, continúen sin ceder pausa y sí con fuerza propositiva continuada.
Es conveniente hacer un espacio para dar cabida, entre las susodichas urgencias, a trabajos de renovado aliento. Abrir lugares de reflexión para profundizar, en aquellos puntos del modelo, que contengan la posibilidad de perfeccionarlo. Es, con seguridad, una opción no sólo esperada, sino tal vez necesaria. Otra surge de la necesidad de destrabar aspectos que quedaron atorados o que requieren de variantes y correcciones. Revitalizar áreas incompletas en busca de nuevos enfoques o complementariedad. En fin, trabajar en darle profundidad social, cultural y política al modelo alternativo que se viene siguiendo como guía. Los morenos tienen, en él, segura ruta que los guiará. La tarea es perentoria para que el esquema sea utilizable de inmediato en los tiempos por desgranarse. Podrá ser una valiosa pauta para contrastarlo con lo que la oposición pueda ofertar al electorado.
La lucha venidera para renovar el poder de la República no es algo sencillo, fácil o automático. Es, por el contrario, una pugna que ya dibuja, con claridad, a los actores, sus posturas, ofertas y posibilidades. Unos que ya han mostrado, con suficiencia, sus afinidades con lo establecido y se empeñan en su perfeccionamiento y alcances. Los otros, opositores se han coaligado y se arremolinan en artificiosos cartabones, diseñados por expertos. No es desdeñable su compromiso mutuo. También son bien conocidos y acotados sus reales alcances. Los primeros miran a una progresión dentro de los anchos márgenes de la izquierda moderna, adecuada a lo propio. Los otros, en búsqueda de mecanismos que les permitan volver sobre antiguas plataformas de tinte neoliberal. Unos y otros se aprestan para satisfacer sus ambiciones y quieren prevalecer en la competencia. Atraer a la ciudadanía para respaldar sus posturas y propuestas es el nombre del juego.
El anterior modelo alternativo ahora debe ser concebido como un cauce madre ya bien sembrado y regado con tino. Recoger con honesta simplicidad todo lo que ha dado vitalidad al nuevo régimen popular recién inaugurado. Apresar actitudes que sigan incidiendo en las prioridades, tanto discursivas como programáticas que fueron avaladas por los votantes. Todo ello con centralidad en el remanente de los olvidados que no han podido ser incorporados a la corriente constructiva. Narrativa y accionar inclinados por completo en situarlos como foco de contacto, humano, indubitable. Volver la atención a la justicia como apoyo de la tranquilidad y de la paz. La estrategia, consistentemente seguida en el combate al crimen, ya alumbra la salida. Es una senda que responde, aunque con lentitud, a los arraigados males de violencia y crimen, sembrados con anterioridad. Pero no se deben olvidar los esfuerzos, penosamente hechos con su doloroso costo de vidas atados. Hay que insistir en solventar las humanas causas básicas como palanca de apoyo que impulse las correcciones.
Hay, sin embargo, áreas que faltará cubrir con nuevos alcances. El campo económico solicita, con prestancia, haberes, palancas para la promoción y consolidación. La hacienda pública no tiene recursos suficientes que soporten una etapa de mayores inversiones en pos del bienestar y la igualdad. El seguimiento de los grandes proyectos en telecomunicaciones, energía o transporte para el desarrollo absorberán ingentes recursos durante varios años venideros. La extensión de la política social tiene que asentarse como obligación permanente. En adición, se tendrán que visualizar y emprender otros programas de envergadura que permitan, que exijan, masivos recursos al impulsar el crecimiento, las oportunidades y los balances regionales, aún incompletos. No se han emprendido acciones estructurales que toquen, de lleno, las zonas marginadas del Pacífico sur, por ejemplo.
Las montañas y los pueblos indígenas de esas amplias regiones esperan, con creciente impaciencia, ser rescatados. No sólo con simples paliativos, sino con ambiciosa sed de justicia, constructiva y duradera.