ctualmente, nuestros vecinos –públicos y privados– deben 95,000 miles de millones de dólares. Tercera parte de la deuda mundial. Representa casi cuatro veces su producto anual (358 por ciento), estimado para 2023 en 26,000 miles de millones de dólares. Ahora bien, de este monto, la deuda privada estadunidense representa 68 por ciento, con aproximadamente 65,000 miles de millones de dólares. Y la pública el 32 por ciento con 32,000 miles de millones. La deuda federal es 90 por ciento de la pública. El 10 por ciento restante es de gobiernos estatales y locales.
Pues bien, al presentar los componentes principales de los endeudamientos público y privado de nuestros vecinos, conviene también subrayar la necesidad de analizar con cuidado la evolución de sus montos. Precisamente por componentes. Y su peso en el total de la deuda y en el PIB, siempre en una perspectiva a largo plazo. Allá y acá, que tanto nos influyen. Por lo pronto, veamos algunos montos y algunas relaciones desde los años 70. Pero, sobre todo, a partir de los años 80, justamente al inicio de una década en la que logró frenarse el continuo descenso de la rentabilidad general de la economía vecina, experimentado desde la posguerra.
Una rentabilidad estimada –como nos permitimos hacerlo Carlos Morera y quien esto escribe, en un artículo publicado por el Instituto de Investigaciones Económicas de la UNAM– con la relación de dos variables. Una primera, el excedente neto de la economía, calculado por restando al ingreso nacional bruto la suma del consumo de capital fijo y las compensaciones a empleados. Y una segunda, sumando al costo de activos netos no residenciales las compensaciones a empleados. (Morera Camacho, Carlos y Rojas Nieto José Antonio, Crisis capitalista y la rentabilidad: el ciclo económico estadounidense y la ley de la rentabilidad de Marx, 1929 a 2020
, en Sánchez Vargas Armando, Ramírez López, Berenice P. y Nava Bolaños Isalia (coordinadores), Nuevos horizontes económicos: propuestas para México (Dos Tomos), Instituto de Investigaciones Económicas de la UNAM.
Esto ayuda a entender la mayor rapidez que experimentó el crecimiento de la deuda de nuestros vecinos –como lo anoté– a partir de los años 80. Aún más de 1997 en adelante. Y todavía más de la pandemia a nuestros días. Lo documentan la Reserva Federal y el Banco Mundial. Y hacen un análisis interesante y polémico Al Campbell y Erdogan Bakir de las Universidades de Utah y Bucknell (Financialization and Debt, Much Worse than Parasites
, Review of Radical Polítical Economics, volume 54, Issue 4, september 2, 2022). Empecemos hoy con los indicadores de deuda. La deuda privada concentra 68 por ciento del total. Llegó a ser de 82 por ciento entre 2001 y 2009, pero se liberó de 14 puntos porcentuales. Pasaron al endeudamiento público. Era de 18 por ciento de 2001 a 2009. Hoy es el 32 por ciento señalado. A finales de los años 40 el público era mayor al privado. Se igualaron en los 50. Y a partir de ahí el privado alcanzó 75 por ciento entre 1974 y 1992. Por lo anterior, llegó a representar un máximo de tres veces el PIB en 2008 (300 por ciento). Hoy sólo dos y media veces. Se liberó de medio PIB. Gracias a la deuda pública. Y a una deuda total que alcanzó cuatro veces el producto en plena pandemia. Dramáticos datos. Por eso se puede afirmar que buena parte del soporte de la rentabilidad en el vecino país ha descansado cada vez más en el fisco estadunidense. Y en la precariedad y pobreza laborales. Lo veremos más en detalle. De veras.
NB Mi solidaridad absoluta con seglares y jesuitas, no sólo por el tremendo drama de la muerte de los queridísimos Javier, Joaquín y de Pedro y el beisbolista en Cerocahui, sino por los inconsecuentes y lamentables ataques presidenciales al admirable y valiente Centro Pro. ¡Amén!