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El juego que todos jugamos
E

l juego se llama regla rígida y práctica blanda.

Tocqueville señalaba un rasgo del Antiguo Régimen que igualmente se presenta en este régimen especial: “regla rígida y práctica blanda; ese es su carácter… Se puede decir que entre los hombres del Antiguo Régimen estaba vacante el lugar que debe ocupar la idea de la ley en el espíritu humano… La sumisión del pueblo a la autoridad aún es completa, pero su obediencia es más efecto de la costumbre que de la voluntad”. (Tocqueville, 1996)

La resurrección. Nada hace más daño al análisis político que las analogías extralógicas. Por eso esas analogías, que sí existen, deben se referidas con muchos matices. Postular que Morena no es el nuevo PRI, reconociendo los contextos diferentes y los regímenes políticos distintos, no quiere decir que no tenga semejanzas, sobre todo en sus prácticas políticas y en su personal. Justamente mi argumento es que el PRI, no sólo en lo electoral, sino el régimen en su conjunto, fue hegemónico y, por tanto, dejó profundas huellas en la sociedad incluso después de perder su carácter hegemónico. Esas prácticas son parte de los estados del corazón, o los mores a los que se refería Tocqueville.

La sucesión de hoy. Para muchos analistas es un déjà vu, para otros también es surrealista. Tengo para mí que además de la crisis política hay una profunda crisis del análisis político.

Las reglas informales. Douglass North puso énfasis en las normas informales y consideró que debe analizarse cómo funcionan esas instituciones. Propuso que toda actividad humana supone una estructura conformada por instituciones y enlista el ámbito de éstas: reglas formales, normas informales y las características de los mecanismos establecidos para hacerlas cumplir ( enforcement characteristics). Es complicada la traducción del término enforcement. Se relaciona con acatamiento o como aceptación voluntaria de las leyes. Quizás más preciso sería referirse al acatamiento de las leyes por medio de la coerción del Estado (North, 2005).

El entorno institucional. Levitsky y Murillo (2012) caracterizan a un entorno débilmente institucionalizado como aquél en el cual (1) el enforcement de las normas es bajo, o bien, existe un amplio margen de discrecionalidad de facto con respecto a su aplicación y (2) la durabilidad institucional es baja, en el sentido que las reglas formales cambian constantemente, rara vez sobreviviendo a las fluctuaciones en el poder. Dado este contexto, los actores tienen incertidumbre sobre si las reglas se cumplirán o, en caso de que se incumplan, si las sanciones respectivas se aplicarán.

Las instituciones débiles en América Latina son el resultado de una desconexión entre los procesos formales de elaboración de normas y los detentadores de poder de facto. Muchos de estos actores –militares, la Iglesia católica, y las élites económicas– ejercieron y ejercen un veto informal sobre las instituciones que se crean desde el ejercicio parlamentario.

La mayor aportación del texto de Levitsky y Murillo reside en el énfasis que ponen en el non-enforcement y su relación con la estabilidad institucional y con su cambio. Así presentan un excelente retrato del México autoritario: “La relación entre non-enforcement y estabilidad puede ser vista en el caso de México bajo el poder del PRI. Constitucionalmente, el orden mexicano posrevolucionario fue estable... las cláusulas constitucionales que amenazaban los intereses vitales del PRI y sus élites, que incluyen elecciones libres, límites al Poder Ejecutivo, seguridad jurídica y derechos sociales progresivos, fueron violadas de manera sistemática... la estabilidad institucional formal en el siglo XX tuvo sus raíces en la preferencia de las élites por el non-enforcement y en menor magnitud por las posibilidades de veto”. (2012). Discrepo con los autores: no sólo en el PRI; en las alternancias y en la cuatroté también.

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