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Disquero
Un grito de alegría
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▲ Aspecto del estreno en 2003 de Lamentate, bajo la escultura Marsyas de Anish Kapoor, en el Tate Modern de Londres.Foto archivo
 
Periódico La Jornada
Sábado 24 de junio de 2023, p. a12

Hay obras de arte que encarnan lo divino y trascendente que vive en los humanos; esa es la música de Arvo Pärt.

La aparición de un nuevo disco con su partitura más imponente, literalmente monumental, orgiástica y espiritual al mismo tiempo, Lamentate, nos habilita la reflexión.

Quien esté a la batuta ocupa entre 40 y 45 minutos para avasallar, estru-jar, mecer y acariciar el alma de los circunstantes.

El registro más reciente lo debemos al pianista Pedro Piqueiro, en compañía de la Orquesta de Extremadura dirigidos por Álvaro Albiach.

No es casualidad, sino causalidad, que Pedro Piqueiro, además de nombre de personaje de Jorge Amado, Fernando Pessoa o Los Picapiedra, sea un monje budista especializado en poesía zen.

Porque la obra Lamentate, de Arvo Pärt, posee las virtudes de un cuento zen: aporías, parábolas, imágenes sonoras, transparencia y cierto humor extravagante.

Inclasificable, como la obra entera de Arvo, Lamentate está escrita para gran orquesta, vertebrada en 10 movimientos, cuyos títulos tienen vida propia: 1. Inquietante; 2. Implacable; 3. Frágil; 4. Predicamento; 5. Soledad; 6. Consuelo; 7. Estruendo; 8. Lamentable; 9. Resuelto; 10. Frágil y conciliador.

Arrebato, presagio, tremor, convulsión, estremecimiento, consuelo, esplendor, clímax…

Los estados del alma del escu-cha asemejan las curvas de un electrocardiograma.

Lamentate data de 2002, cuando Arvo Pärt se estremeció frente a la escultura monumental Marsyas, en la Turbine Hall del museo de arte Tate Modern en Londres.

Dijo Arvo: “La primera vez que me planté frente a Marsyas tuve un impacto poderoso. Mi primera impresión se tradujo en verme como ser viviente parado frente a mi cuerpo muerto, como en un túnel del tiempo, al mismo tiempo en el futuro y en el presente. De repente, me percaté que mi ser se tradujo en luz. El resultado fue preguntarme qué haré con el tiempo que me quede de vida”.

Muerte y sufrimiento, caviló Arvo frente a Marsyas, son los temas que conciernen a todo ser vivo desde que nace. La manera en que cada individuo enfrenta estos menesteres (o quebrantos, por decirlo así) determina su actitud ante la vida y eso puede ser un acto de conciencia o inconsciente.

Mediante esta escultura monumental, sopesó Arvo, Anish Kapoor rompe no solamente con los conceptos de espacio, sino también, desde mi punto de vista, rompe el concepto de tiempo. La frontera entre tiempo y eternidad se desvanece.

Y ese es precisamente el subtexto de la obra que escribió Arvo Pärt luego del impacto frente a Marsyas. En consecuencia, escribí un lamento, no por los muertos, sino por los vivos, aquellos que tenemos que enfrentar muerte y sufrimiento en nuestro propio ser. Un lamento por nosotros, quienes encontramos arduo el entendimiento del dolor y la desesperanza que invaden este mundo.

En presencia de esa masa escultórica que creó Anish Kapoor, “de cuyas obras completas me apasioné desde entonces, experimento una suerte de plenitud como consecuencia de su armoniosa y natural fluidez de formas y en una raro efecto de paradoja de luz flotando a pesar de sus dimensiones descomunales. Con su forma de trompeta, la escultura Marsyas es música en sí misma. Esta trompeta cadáver más larga que la vida podría muy bien proclamar el final de los tiempos, como una tuba mirum”.

El término tuba mirum pertenece al texto primigenio del que se nutrió Mozart para la secuencia segunda de su Requiem: Tuba mirum sargens sonum per sepulcra regionum cogit omnes ante thronum. Mois stupebit et natura cum resurget creatura judicante responsura; cuyo clamor podemos sintetizar con esta frase inicial del texto: la trompeta esparce sonidos asombrosos por todas las regiones.

Lamentate, entonces, parece responsorio, pero en realidad es un canto a la vida. Basta escucharla para estremecernos y sonreír frente a la esperanza que hace flotar como una luz ligera.

Hay muchas evidencias de la naturaleza vital, optimista, de esperanza, que otorga la escucha de esta obra de belleza monumental, la más importante de ellas es el efecto inequívoco que causa en el escucha: estremecido por la belleza, anidado en la esperanza, flotando en la venturosa alegría de vivir.

En esta escultura, sopesa Arvo, Anish Kapoor “condensó con exactitud el elemento trágico del mito griego de Marsyas. Fue esa visión la que me inspiró y alimentó los fundamentos de mi composición. Como en carrera de relevos, recibí la estafeta de manos de la escultura, no de la leyenda griega. Es por eso que mi partitura atraviesa en diagonal el mito Marsyas, para crear polifonía en contrapunto al aspecto visual. Mi música tampoco la concebí como una ilustración ni como decoración de la escultura; se concentra en su propia pura sustancia musical, para comunicar el mensaje que asocio a la creación de Anish Kapoor”.

En la realización de Lamentate contribuyó Peter Sellars, quien es, con Bob Wilson, el máximo creador escénico del orbe. Así dibuja Arvo el itinerario que siguieron: “Concebí la fase inicial de espera como la consecución de un equipo con tres piezas de arte, cada una de ellas pensada y completada de manera independiente de las otras dos, pero hermanadas en sustancia. En mi opinión, somos tres artistas –Anish Kapoor, Peter Sellar y yo– concentrados en nuestra idea individual del concepto lamento: Kapoor en la estela mitológica, Sellars con alusiones a hechos de la actualidad y yo a través de la música. Como una gran colisión donde cada integrante del equipo se complementa con los otros dos sin encimarse uno al otro”.

He aquí, define Arvo, “la naturaleza de la bestia: el objetivo de unificar tres trabajos que solamente se pueden completar uno a los otros en la fase final. El periodo de génesis fue emocionante porque cada uno de nosotros se involucró en formas de improvisación fluida que nos condujo a nuevos hallazgos. La tarea consistió en juntar las piezas sin que ninguna de ellas perdiera sus matices, su individualidad, y es por eso que las dos sesiones de estreno en el Tate Modern difieren una de la otra, porque es única, un happening irrepetible”.

Lamentate, explica Arvo, “es música para piano solo con orquesta y no puede ser descrita como un concierto para piano tradicional. Elegí el piano como instrumento solista porque fija nuestra atención en algo que significa la unidad, el uno’. Este uno puede ser una persona y también una narración en primera persona, de la misma manera como la escultura convierte a quien la contempla en una luz y una sensación de flotar en contrario a su tamaño avasallador.

Como el gran instrumento que es, el piano me permitió crear una atmósfera de intimidad y calor que abandona toda posibilidad de ente anónimo o abstracto. En términos generales, se podría decir que mi partitura está indiciada por dos estados de ánimo opuestos diametralmente. Podría caracterizar estos polos como abrumadoramente brutal y también íntimamente frágil, y esos elementos no están puestos para oponerse uno al otro, sino para que fluyan por sí mismos en un conflicto dramatúrgico que recorre la obra de punta a punta.

Otra de las evidencias de que Lamentate es una obra optimista y plena de esperanza data de 2012, cuando Philip Glass, amigo íntimo de Arvo, celebró su cumpleaños 75 con un concierto en el Carnegie Hall y allí estrenó su Novena Sinfonía y pidió que la primera parte del programa consistiera en hacer sonar Lamentate en presencia de su autor, Arvo Pärt.

La mejor grabación discográfica, en mi modesta opinión, es la que registró el genial productor alemán Manfred Eicher para celebrar, en 2005, el cumpleaños 70 de Arvo, con Alexei Lubimov al piano, el conjunto canoro de excelencia The Hilliard Ensemble (intérpretes por antonomasia de la música celestial de Pärt) y la SWR Stuttsgart Radio Symphony Orchestra dirigida por Andrey Boreyko, en la disquera ECM.

Estamos frente a una obra de arte que nació de otra obra de arte que nació del corazón del compositor estoniano Arvo Pärt, al mismo tiempo estremecedora, brutal y tierna, como un abrazo en el alma.

Es un grito de alegría, como se llamaesa composición también celestial delhermano gemelo de Arvo Pärt: Wolfgang Amadeus Mozart: Exsultate Jubilate.

Non vero lamentate (No te lamentes).

En twitter: @PabloEspinosaB

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