Opinión
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Fin y principio
C

on la renuncia a sus puestos del gabinete y el Congreso, los pretendientes a candidato de Morena finiquitan una etapa del gobierno de la transformación. Se inicia una segunda, que será corta, pero definitoria. Esta etapa intermedia lleva prendidas dos misiones: una que escogerá al candidato –hombre o mujer– y, la otra, que esparcirá, con buen detalle, la ruta a seguir para la continuidad. La definición y también la conducción de los personajes, que salen en búsqueda de su ambiciosa aspiración, corrió a cargo del Presidente. Fue él quien los nombró y hasta les dio título. Y él también fue quien alineó sucesos para que se transitara por una senda tranquila.

Esta fase intermedia quedará apuntalada por las individualidades que han iniciado sus tareas como predicadoras del avenir. De esta manera, la hora estelar de los abanderados debía empezar, según acuerdo previo, el 19 de junio. Sin embargo, alguien lo adelantó para el domingo 18. Un incidente sin mayores consecuencias.

La conducción, bien se sabe, se llevó dentro de los cauces esperados. No hubo la anunciada ruptura que deseaban sus opositores. Antes de ello, se firmaron los votos de unidad al apreciar que el piso estaba suficientemente parejo para la competencia. Ya sueltos, los postulantes quedarán a su albedrío. Serán los responsables de sus haceres y decires. Y de esta libre manera, circunscrita mediante algunas normas prestablecidas y aceptadas por todos, la ciudadanía, los irá evaluando. Al final, entonces, será la gente la que definirá, con sus opiniones, al que más les provoque buena imagen o la mejor idea de un, ya cercano, gobernante. Esta será una sui generis manera de actuar, pensada de la manera más democrática y popular posible. Al mismo tiempo este cuidadoso diseño pretende evitar confrontaciones que alienten enconos y divisiones, posteriormente difíciles de restaurar. Se intenta sumar individualidades entrenadas y valiosas al futuro cuerpo de gobierno.

Pero la salida de esos funcionarios también se puede entender como un final de obra de una Presidencia de grandes alientos. Los pilares de tal obra ya están bien cimentados, muy a pesar de la seria y feroz oposición enfrentada a lo largo de los últimos cuatro años y pico. La atención prioritaria a los desprotegidos, a los marginados, ha sido un enfoque válido en toda circunstancia. Contra viento y marea la opción por los pobres, es decir, por el pueblo llano y de abajo, fue una ruta inquebrantada. El otro sostén prioritario dio rotunda cabida al cambio de régimen. Lejos quedó la manera de tomar decisiones pensando en los de arriba.

Éstos fueron apartados, de manera tajante, del cuarto de las decisiones políticas de la nación. Ya no se gobierna para la plutocracia, antes arraigada costumbre –con maneras y formas– a las cuales, algunos conspicuos personajes, se empecinan en restaurar. Las divisas que llevan consigo los abanderados y que asumirán como valores ciertos y actuantes, se refieren a la soberana e independiente voluntad de convivir en esta nación.

La conseja, ya bien esparcida en columnas, mesas redondas y demás programas de comunicación, de una adelantada consentida, que ha sido empujada desde Palacio, no tiene asidero cierto. Y menos aún acertada evaluación de una personalidad valiosa. Tiene, eso sí, un cuidadoso y prolongado trabajo político, académico, social y administrativo de respaldo. A la doctora Sheinbaum se le ha tratado de minusvalorar en la comunicación pública, apoyándose en la machista cultura dominante. No sólo por ser mujer, sino insertando dudas en sus capacidades y demás dones personales.

Se le ha querido situar como una simple y hasta obcecada seguidora de instrucciones. Sin la menor voluntad de marcar y seguir una ruta de su propio diseño. Nada más ajeno a su conducta innovadora, mostrada durante ya décadas en su función pública. La doctora puede disentir si esto es necesario cuando la corriente contraviene sus posturas o creencias.

Puedo dar testimonio personal de ello en ocasión de la disputa sobre la dañina reforma energética propuesta por el ex presidente Felipe Calderón Hinojosa. Ella, y otros más, aconsejaron a AMLO negociar con el poder, pues la iniciativa ya se había contrariado. Ella y el que escribe, optamos por una postura distinta de AMLO. Aunque, al término de la discusión, fue él quien determinó rechazar negociación alguna. Lo que siguió después quedó asentado como parte de esa disputa.

Los demás aspirantes que forman el sexteto de proponentes (hombres todos) tienen las prendas que se exigen para conducir a Morena en la pelea por la Presidencia. Pero la doctora agrega esa cualidad de larga luchadora por prevalecer como mujer.