Pesca artesanal en los Axalapascos de Puebla, conservación y biocultura en extinción
En el Centro-Oriente de México, existe desde el pleistoceno/holoceno un territorio misterioso, mágico, místico y milenario, un lugar con una gran Bioculturalidad y alta diversidad biológica, un lugar con espejos de agua multicolores, inmersos en la cálida llanura, donde se conjugan los lagos cráter (Alchichica, Atexcac, La Preciosa y Quechulac) con aguas de tonos turquesa, verdes y rojos, y que contrastan con el semi-desierto del Valle de Perote, se trata de la Región de los Axalapascos.
¿Qué son los Axalapascos? Son lagos cráteres y se les conocen localmente como “Axalapascos”, nombre náhuatl que significa “vasija de arena con agua revuelta”.
Cada axalapasco es diferente y cada charal también.
Es de llamar la atención que para cada Axalapasco y para cada especie de charal el tipo y modo de pesca sea tan diferente. A primera vista uno pensaría que al tratarse de lugares tan cercanos (menos de 5 Km entre los lagos) la actividad sería muy parecida, sin embargo; existen sendas diferencias de técnicas y horarios en esta pesca artesanal a saber: La pesca en Alchichica es limitada y se centra principalmente en los charales endémicos (Poblana alchichica) que está sujeta a una pesquería local por parte de pobladores de la zona y de comunidades aledañas (Tepeyahualco, Zayaleta). Los charales, son particularmente valorados por los pobladores locales como alimento, los cuales preparan de diferentes formas, sobre todo en semana santa. La pesquería es artesanal y se lleva a cabo por mujeres de manera tradicional (pasa de madres a hijas) su forma de pesca es muy particular, ya que utilizan mantas de cama o tela de cortina a manera de red chinchorro, al “arrastrar” capturan los peces en la zona litoral o de estromatolitos del lago, formando grupos de pescadoras que suelen ser de tres personas. Dos de ellas llevan un extremo de la manta atada al tobillo, con la finalidad de mantenerla pegada al fondo, mientras que el otro extremo se mantiene con la mano por arriba de la superficie. La tercera persona tiene doble función: camina al frente con un palo en cuyo extremo se han colocado tiras de tela (como pompones) para conducir a los peces hacia el centro de la manta, que termina en forma de cono. Asimismo, mantiene el arreglo y recoge la malla para evitar que se escapen los peces atrapados, posteriormente se lavan y colocan en latas por lo que se venden por litro. La pesca de los charales en La Preciosa (Las Minas), es la más intensa de todos los Axalapascos, ya que este charal (Poblana letholepis) es el más apreciado por su tamaño (hasta 12 cm) y su sabor (dulce). Esta es una pesquería local, por parte de los pobladores de la comunidad de San Juan de la Muralla, en donde básicamente todos son familia (padres, hijos, hermanos, primos, sobrinos, cuñados etc.). Por lo que corresponde la pesca de los charales en el lago Quechulac, es la menos activa, ya que este charal (Poblana squamata) es el menos apreciado por su tamaño (hasta 7 cm) y su sabor (amargo), adicionalmente los lugareños se dan cuenta que es el Axalapasco más contaminado por descargas municipales de los poblados cercanos al lago. El charal Poblana squamata no es el único pez en este lago, existe un Poecílido (Pseudoxiphophorus bimaculatus), que no es de importancia comercial y del cual algunos autores lo consideran una especie invasora, al entrar estos dos peces en competencia, se ha sugerido que el charal de este lago ha cambiado sus hábitos de consumo, volviéndose prácticamente detritófago.
La mayoría de los mexicanos viven en las regiones áridas y semiáridas que representan dos tercios del territorio nacional en donde el agua es escasa. Causas naturales y humanas favorecen la degradación de los recursos acuáticos epicontinentales. Por lo anterior existe una clara necesidad de desarrollar e implementar programas de pesca artesanal y de uso sustentable del agua a nivel cuenca para conservar las especies acuáticas y un estilo de vida propio de los pescadores de la región. •