Reúnen 42 pinturas y 28 dibujos en retrospectiva del artista renacentista
Jueves 15 de junio de 2023, p. 5
Venecia. Los rosados de Giovanni Bellini y los bermellones de Carpaccio inspiraron a Giuseppe Cipriani para nombrar dos alimentos clásicos de su Harry’s Bar en Venecia, hoy indispensables de la cocina italiana.
Si la fama de Bellini es una salsa frente a un coctel de vino espumante y durazno fresco, pocos saben que carpaccio no es sólo una delgada rebanada de carne cocida con limón, sino uno de los mayores y más celebrados artistas venecianos del Renacimiento temprano.
Su exposición retrospectiva Vittore Carpaccio: Pinturas y dibujos concluye este domingo en el Palacio Ducal. Con anterioridad fue expuesta en la Galería Nacional de Washington (noviembre 2022-febrero 2023), la primera realizada fuera de Italia. La curaduría es de Peter Humfrey, catedrático emérito de historia del arte en la Universidad de St Andrews en Escocia y uno de los mayores conocedores del arte renacentista veneciano.
Como la mayoría de los artistas de su tiempo, poco se conoce de la vida de Carpaccio (1465 ca.-1525 o 1526), con excepción de su origen veneciano y su extracción humilde.
La muestra es una retrospectiva pura, dedicada a la entera carrera del artista, que comprende 42 pinturas y 28 dibujos, el corpus gráfico más completo que existe de un pintor de su tiempo. Los dibujos, frecuentemente realizados en papel azul y por ambas caras en pluma o gis rojo, muestran su proceso de trabajo. Entre ellos destaca una Figura femenina de pie (ca. 1502-1508) que fue integrada en el catálogo de Carpaccio en 2013. Es un dibujo para lo spolvero, el cartón horadado con minúsculos orificios, usado para transferir la imagen en una superficie a través de un pigmento en polvo. Es una pieza excepcional, quizás el cartón más antiguo del arte veneciano que ha llegado hasta nosotros.
Carpaccio es un cronista visual extraordinario, su obra, casi siempre de tipo religioso, se caracteriza por un realismo visionario de gran lirismo y desbordantes detalles. Las complejas arquitecturas sirven como escenarios en los que se desarrollan los eventos, embellecidos por el paisaje urbano o campestre, donde inserta frecuentemente animales, sobre todo conejos y aves.
Sus escenas mitológicas se ambientan en la contemporaneidad. Un ejemplo es la Despedida de Ceix y Alcíone (ca. 1498-1503) de la Galería Nacional de Londres, inspirado en la Metamorfosis, de Ovidio. La luz opaca, típica de su obra, domina con tonos verdes la escena: al centro, el puerto y el barco que espera al esposo mientras éste se despide de su amada, quien le ruega no partir. El dramático final del marido, ahogado por la tempestad, provocará la transmutación de ambos en pájaros para rencontrarse.
Otra obra mutilada es un panel de biombo cortado en horizontal, conservado en dos museos y recompuesto para la muestra. Se representan dos damas que juegan con sus perros en una terraza, mientras esperan aburridas a sus maridos que se ven a lo lejos cazando patos en la laguna veneciana. Es una deliciosa escena cotidiana de cacería que despertó la mayor admiración del historiador inglés John Ruskin, quien la definió como la pintura más bella del mundo
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La primera obra presente es la Virgen Correr (ca. 1488), descubierta apenas en 2010 durante una restauración que destapó su firma. A lo largo de su producción se alternan obras maestras como el Joven caballero del Museo Nacional Thyssen-Bornemisza de Madrid (no presente) con obras menos logradas, en particular de su producción tardía que realizó con la ayuda de sus discípulos.
La Virgen María que lee (ca. 1510) de la Galería Nacional de Washington denota la libertad de Carpaccio de atenerse a la iconografía establecida, mostrándola vestida a la última moda con un atuendo rojo en lugar de azul, como debería, y que una restauración en 2020 descubrió que la tela había sido cortada y que estaba el niño Jesús.
Las grandes telas
Carpaccio realizó cuatro ciclos pictóricos de grandes dimensiones entre 1490 y 1520, sus obras más conocidas y que embellecían las cofradías civiles denominadas Escuelas. El artista capturó una ciudad quimérica y multicultural, producto de su intensa actividad comercial. La serie sobre la vida de la Virgen –la menos apreciada de todas– la realizó para la Escuela Albanesa, una minoría asentada en Venecia. Fue desmembrada y hoy se conserva en diversos museos italianos.
Aunque el más famoso de sus ciclos es el primero, que se compone de nueve pinturas monumentales realizadas entre 1490 y 1500, dedicadas a la vida de Santa Úrsula, la princesa inglesa martirizada en Colonia. En la actualidad se conservan en la Sala XXI de la Galería de la Academia de Venecia, inaccesible por la remodelación en curso de la sala. La escena parece un kolossal cinematográfico, multitudinario y repleto de detalles, animados por ciudadanos ataviados con telas suntuosas que denotan el esplendor de la sericultura de la Serenissima, además de tocados y accesorios, como los tapetes turcos.
Orientalismo
Carpaccio captó con su obra profundos cambios sociales, que en ese entonces aportó diversas minorías étnicas como los judíos, expulsados de España en 1492, y los eslavos de los Balcanes tras la invasión turca. El artista trabajó para esas minorías en dos ciclos de obras pictóricas: la albanesa y la dálmata, reunida desde entonces en la Escuela de San Jorge degli Schiavoni.
En esta serie apenas restaurada, el hipercelebrado e investigado San Agustín en su estudio (1502) evoca minuciosamente un espacio íntimo y refinado con infinidad de objetos y un perrito blanco. Otro importante cuadro de esa serie es el monumental San Jorge que mata el Dragón (ca. 1504-1507), con inquietantes restos de cuerpos despedazados en el terreno. Es el único ciclo en su sitio original (visibles con reservación previa vía correo electrónico).
Se cree que Carpaccio fue discípulo de Gentile Bellini (hermano de Giovanni), quien viajaría a Estambul para retratar al sultán Mehmed II, el conquistador mismo de Constantinopla en 1453 y del Este europeo, incluyendo los territorios venecianos del Mar Adriático. Gentile y Giovanni decoraron una parte del Palazzo Ducale, destruido unos años después debido a un incendio. Se piensa que influyeron a Carpaccio y que contenía escenas de muchedumbres y de un Oriente idealizado.
Carpaccio debió ser un artista culto, enriquecido de la tradición artística veneciana como por sus libros. Un claro referente fueron las xilografías del diario de viaje de Bernhard von Breydenbach, titulado Peregrinatio in Terram Sanctam (1486), que ilustran edificios, ciudades, personajes, atuendos y hasta animales orientales.
Salvo excepciones como la Fuga en Egipto (ca. 1515-1518), inspirada en Dürer, durante los últimos 15 años de actividad de Carpaccio la calidad de su obra disminuyó, quizá por su incapacidad para adaptarse a los cambios de la nueva pintura, en particular de Giorgione y Tiziano, o bien por recurrir de manera excesiva a la ayuda de sus discípulos.