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Apuntes postsoviéticos

Intolerancia recíproca

C

on toda seguridad, el enviado especial de China, Li Hui, tras visitar Kiev y Moscú, se llevó la convicción de que Ucrania y Rusia no se van a sentar a negociar, ni la iniciativa china de 12 puntos ni ninguna otra propuesta de paz, hasta que alguno de los dos sufra en los campos de batalla un descalabro significativo y, eso, sólo se podrá evaluar cuando termine lo que en realidad no ha empezado: la multi anunciada ofensiva ucrania para recuperar territorios.

Entretanto, de un tiempo para acá ocupados en lo que se ha dado en llamar guerra de drones, fase en que casi no se mueve la línea del frente, ucranios y rusos de palabra se dicen en favor de negociar el fin de las hostilidades, lo que en la práctica se reduce a exigir la capitulación incondicional del enemigo.

La intolerancia es recíproca y ninguno quiere ceder nada. Ucrania dejó en claro que, para sentarse a negociar, las tropas rusas tienen que abandonar todo su país y que no acepta ningún acuerdo que contemple pérdida de territorio en los límites que tenía en 1991, antes del colapso de la Unión Soviética, lo cual incluye la estratégica península de Crimea, planteamiento inaceptable para el Kremlin.

Rusia, por su parte, como condición previa exige que el ejército ucranio deponga las armas y que Estados Unidos y sus aliados dejen de suministrar arsenal y equipo, y sólo después podría hablar de discutir los términos de un arreglo político, siempre y cuando Kiev acepte las nuevas realidades geopolíticas (la anexión de las cuatro regiones ucranias incompletas y Crimea); es decir, que renuncie a casi 20 por ciento de su territorio, al tiempo que mantiene las metas iniciales –desnazificar y desmilitarizar Ucrania–, sin definir su significado cuando hay diputados de la Duma que piden a gritos erradicar de la faz de la tierra ese supuesto país que no debería existir.

Así las cosas, si la ofensiva ucrania fracasa, Kiev tendrá que aceptar que el conflicto se congele a imagen y semejanza de lo que pasó en 2014.

Pero si le inflige una humillación mayor a Rusia, hay tres posibilidades: que todo continúe como si nada, que la élite rusa decida remover al titular del Kremlin, Vladimir Putin, o que éste recurra a su as bajo la manga: las armas nucleares tácticas, llevando la guerra a una nueva fase de devastación inimaginable.