ué hace un cineasta brasileño estimable como Karim Aïnouz en la corte del rey Enrique VIII? La respuesta viene en la película Firebrand (Marca de fuego), la primera hablada en inglés de su filmografía. Para crédito de Aïnouz, nada parece fuera de lugar de este decoroso drama de época, de producción británica, centrado en la figura de Catalina Parr (la sueca Alicia Vikander), la sexta y última esposa de Enrique VIII (Jude Law, casi irreconocible).
Sobre un guion de las hermanas Jessica y Henrietta Ashworth, la trama gira en torno al apoyo brindado por Catalina a una militante radical considerada hereje por la corte. Muchas intrigas se cuecen alrededor de la reina por esa ayuda, sobre todo la iniciada por el obispo Gardiner (Simon Russell Beale), quien quiere verla en la hoguera, cuando ella sufre un aborto espontáneo y pierde a otro posible heredero del rey.
Lástima que la protagonista sea interpretada por la sosa e inexpresiva Vikander, dejando un hueco emocional al centro de la película. Mucho más peso dramático tiene su antagonista, el propio rey, caracterizado como un brutal sicópata de apetitos insaciables.
No deja de ser raro que el único realizador latinoamericano en la competencia haya aportado una visión feminista sobre la casa de Tudor.
En cambio, la película francesa Anatomie d’un chute (Anatomía de una caída), quinto largometraje de Justine Triet, se sostiene en la interpretación de la actriz alemana Sandra Hüller (a quien acabamos de ver como el ama de casa nazi en The Zone of Interest, de Jonathan Glazer), en el papel de una exitosa escritora, acusada de haber asesinado a su esposo (Samuel Theis).
Como en un episodio extralargo y muy elaborado de la teleserie La ley y el orden, casi toda la narrativa se concentra en el juicio de la mujer, que parece sospechosa porque –según la fiscalía– es una bisexual que engañaba a su fracasado marido, un escritor frustrado, a quien ella culpaba de un accidente en el que su hijo perdió la vista. El testimonio del niño será fundamental para el veredicto.
Anatomie d’un chute (¿será una referencia a Anatomía de un asesinato, obra maestra de Otto Preminger?), contiene una secuencia, un despiadado pleito matrimonial, que servirá de argumento si algún jurado quiere proponer el premio de interpretación femenina para Hüiller.
Este domingo fue la proyección de El esqueleto de la señora Morales, la clásica comedia negra de Rogelio A. González, restaurada por la Cineteca (nadie vino en su representación, desde luego). En cuanto a largometrajes mexicanos, sólo falta la exhibición de Tótem, de Lila Avilés, que ya fue estrenada en la Berlinale y aquí pasa en algo llamado Cannes Cinéma. El mismo día, el viernes 26, será cuando se proyecten en la Semana de la Crítica los cortos ganadores en el pasado festival de Morelia.
No podía faltar mi reporte meteorológico. Ayer finalmente salió el Sol después de tres días de un clima fresco acompañado por una lluvia ligera, pero pertinaz, cuyo efecto fue desmoralizante.
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