os migrantes en peligro de muerte viven o realizan ciertos movimientos semejantes a tics, que en apariencia carecen de todo sentido, pero que en el análisis revela ser la repetición de movimientos realizados en la situación traumática (o de movimientos que hubieran sido apropiados dentro de la situación, pero que no fueron realizados).
Como enfatiza Peñalver: la aventura
histórica de este sistema habría sido la del logos, cuya posibilidad se debe considerar ahora como disfraz, represión y olvido de la escritura”. Pero esta aventura empieza a dejar ver su clausura y su finitud histórica cuando se anuncia una mutación
de la historia de la escritura y esta apunta, si no a una muerte del habla
, sí a una nueva situación
de ésta, donde, como dice Derrida, se encontrará dentro de una estructura donde ya no será arconte
.
Esta inversión en la jerarquía clásica de la voz sobre la grafía afecta a todo el conjunto del saber y de la cultura, pero donde tiene más relevancia y su poder de conmoción es mayor en la relación del logos y la verdad tal como había sido pensada por la metafísica tradicional.
Así, la gramatología no inaugura una destrucción, sino la des-sedimentación, la des-construcción de todas las significantes que tienen su fuente en ese logos y, particularmente, en la significación de la verdad.
La relevancia del signo en la estrategia derridiana
Lo que este sistema del lenguaje como phoné plantea es que al oírse hablar se constituye en interioridad, psyché o consciencia y, por tanto, afín a lo inteligible universal o trascendental y, al mismo tiempo, excluye o coloca en plano secundario lo exterior, sensible, mundano o material.
Si, por una parte, el concepto fonocéntrico de verdad se refiere al concepto separable del significante, y si, por otra parte, la escritura anunciada en la base del lenguaje es la extensión y liberación del significante con relación a un significado trascendente, resulta sencillo comprender el papel estratégico que debe asumir el concepto de signo (la unidad y la división del significante y del significado) en la estrategia derridiana. Pero, aunque el signo, cuya época es esencialmente teológica, puede convertirse a la luz de estas nuevas disertaciones, en concepto crítico de la tradición de la que emana. Así, el signo, tal como señala Peñalver, es el mejor ejemplo.
Estos tics que se vuelven lenguaje no verbal son expresión seguramente del peligro permanente de muerte en los migrantes en su camino hacia Estados Unidos.