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Socialismo y migración
L

os procesos migratorios, en general, se planteaban como un fenómeno que respondía a la oferta y la demanda. En América, se decía que sobraban las tierras feraces y que se requería de colonos y trabajadores que las cultivaran. La larga marcha de migrantes hacia el lejano oeste es un buen ejemplo. En términos más formales, se decía que los países ricos en capital solían ser pobres en mano de obra y es ahí donde confluía la oferta y la demanda. Hoy los países ricos suelen tener poblaciones envejecidas y no sólo requieren mano de obra, sino de servicios personales y cuidados especiales; si bien no hay personal nativo que quiera realizarlos, los migrantes sí están dispuestos a llevar a cabo esas labores.

Los países socialistas no atraen población, en realidad la expulsan, por eso suelen controlar las entradas y las salidas. En algunos países ni siquiera está permitida la migración interna. En Cuba la migración hacia La Habana está controlada por medio del acceso a la vivienda y los sistemas de control de cada barrio o comuna. Los cubanos que viven en Santiago no pueden disfrutar de los dólares del turismo habanero.

Pasa lo mismo en China, donde la población campesina no puede ir ni quedarse a vivir en las ciudades, mientras el acceso a la vivienda está restringido y controlado.

Por el contrario, en la Rusia soviética hubo una gran migración entre los países del bloque, hasta el punto que, con el desmembramiento de la URSS, las estadísticas señalaban a esta región como la más relevante a nivel mundial en temas migratorios.

En Latinoamérica, en los tres países llamados socialistas, los procesos son diferentes. En Cuba siempre han existido restricciones para salir y volver, lo que resulta fácil dada su condición de insularidad. El proceso de salida es complejo, se requiere de un pasaporte vigente, de una visa, de dinero para el viaje y de muchas razones y constancias que justifiquen la salida y que convenzan al agente migratorio o al político a fin de que dé el visto bueno. La otra opción es la balsa.

No es el caso de Venezuela ni de Nicaragua, donde la salida por múltiples pasos fronterizos legales o trochas irregulares facilitan la salida e impiden que se pueda ejercer un control estricto. Si bien en Venezuela acceder a un pasaporte puede ser un suplicio, en ambos casos se podía transitar, entre países vecinos, sin pasaporte ni visa, gracias a los acuerdos regionales de libre circulación. Este fue un factor que facilitó la emigración y el tránsito por diversos países de América Latina.

Las razones para explicar la emigración de estos países son muy conocidas: la falta de libertad, la persecución política, la carencia de oportunidades, la ausencia de bienes de consumo, el racionamiento, etc. No obstante, en Cuba la población tiene acceso universal y gratuito a la salud, al estudio y a un trabajo que proporciona el Estado; no así en Venezuela ni en Nicaragua.

Más allá de los factores internos, en el caso cubano existe y persiste un efecto llamada de Estados Unidos. Por más de medio siglo, los cubanos que llegaban a ese país tenían asegurado el asilo, lo cual era un factor crucial en la política de desestabilización de Cuba por parte de Estados Unidos, al facilitar la emigración. Este factor no opera en Venezuela ni en Nicaragua, salvo el atractivo que siempre ofrece el imperio, así como el sueño americano.

Donde sí hay coincidencias es en el carácter persecutorio de los regímenes socialistas con respecto a sus opositores; en un tipo de democracia sui géneris donde los dirigentes se perpetúan en el poder y donde la oposición, que quiere participar en elecciones, es fácilmente defenestrada, como acaba de pasar en Nicaragua. Todo esto genera migración.

Otra coincidencia tiene que ver con la clara conciencia que tiene la población, de que viven en un régimen socialista. No sucede lo mismo con el modelo capitalista neoliberal, en el que gran parte de la población no tiene conciencia de lo que es ni de lo que implica. En ese sentido, la mayoría de la población de los países socialistas tiene claridad con respecto al fracaso del modelo económico socialista y la falta de ciertas libertades, como la libre circulación.

Por el contrario, en el capitalismo no hay esa conciencia generalizada del fracaso de un modelo, que hace más ricos a los ricos y pobres a los pobres, ni siquiera entre los más desprotegidos y explotados. La ideología neoliberal impregna a todos los estratos de la población hacia un consumismo desmedido, con la globalización todo está al alcance de los ojos, pero no de la mano y menos aún del bolsillo.

La emigración en los países socialistas puede ser fomentada por los mismos gobernantes como una válvula de escape para paliar los problemas sociales, económicos y políticos del régimen. Por su parte, en Venezuela, es claro que al tener 7 millones de opositores en el exterior resulta imposible una rebelión. Lo mismo pasa en Nicaragua, donde todos los posibles candidatos a la presidencia fueron encarcelados.

La emigración es inherente a los regímenes capitalistas, pero también a los socialistas.