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Un reloj y el feliz cumple de un consulado
E

l Consulado de México en Barcelona, tal vez el más importante de los que tenemos en Europa, celebró sus 45 años de haberse reinstalado.

Como sabemos, quedó en suspenso desde principios de 1939 con motivo de la irrupción en dicha ciudad del triunfante ejército golpista del fascismo español. Se pensó que no tardaría mucho en volverse a abrir. Con el triunfo de los aliados, dizque defensores de la democracia, era de suponer que éstos darían pie al restablecimiento del régimen republicano que había emanado de las urnas en 1931. Lo mismo pensaron los componentes del medio millón de refugiados, cincuenta mil de los cuales vinieron a dar a nuestro país y no pocos aquí murieron sin lograr volver. De ello se ha hablado mucho aunque no deja de ser importante recordárselo a muchos españoles de hoy y recordársela a quienes siguen siendo franquistas.

El conserje del edificio donde se hallaba el consulado, que había fungido también como embajada, también pensó que los diplomáticos volverían pronto y, por si las dudas, se llevó a su casa lo que consideró más valioso: el reloj de pared.

De haber querido se lo hubiera podido quedar máxime que muchos años pasaron hasta que el consulado se reabrió. Nuestro país, con una dignidad sin precedente, y de acuerdo con sus principios de no intervención, entre otros, nunca tuvo relaciones diplomáticas con el régimen criminal…

Al morir, dicho conserje había encargado a su hijo que cuando esto sucediera le regresara su reloj. El entonces joven cumplió hace 45 años. El reloj seguía marcando las dos y así se ha mantenido, primero en la oficina del cónsul de la sede anterior y después presidiendo el saloncito de actos de la actual. Sigue marcando las dos, en homenaje a su salvador. Es la hora en que el consulado fue cerrado hace 84 años.

En dicho espacio fue celebrado el aniversario 45, mediante un concierto de vientos y cuerdas titulado Tiempo detenido cuyo joven autor, y director esa noche, es un egresado de nuestra Universidad de Guadalajara: Carlo Constantini.

Las palabras emotivas que nos dirigió Claudia Pavlovich, hicieron referencia a lo dicho, pero en sus ojos se reflejaba también el orgullo de que dicha dependencia haya vuelto a la vida bajo su dirección y el respaldo de un jalisciense llamado Adrián Michel.

No exagero: varios naturales de Barcelona me felicitaron porque, según su entender, el dicho consulado había estado cerrado en los últimos años. En realidad es que, por razones que analizaremos otro día, decidieron no dar más golpe que los obligatorios y la sociedad lo perdió de vista. Llegaron al extremo de no dar ninguna señal de vida cuando la Universidad de Girona y el gobierno de esa ciudad, hicieron un homenaje al pueblo de México y a Lázaro Cárdenas por lo que ya sabemos…

¡Qué diferencia! En el año que lleva Doña Claudia al frente de nuestra representación consular, se han presentado varios libros alusivos a las relaciones entre ambos países, entre los que destacan el Diccionario de los Catalanes de México y otro pequeñito que demuestra que el Barça salvó su vida en los primeros años del franquismo, gracias a su gira por México fortalecida por el presidente Cárdenas.

Asimismo, se han atendido diversas invitaciones, entre las que destaca sobremanera una Feria dedicada a nuestro país en la población de Tiveñs, a la vera del río Ebro, con todo y una conferencia sobre los catalanes asilados en México a partir de 1939.

La verdad es que dicho consulado es ahora motivo de orgullo.