Iniciativa Ciudadana y Desarrollo Social (INCIDE Social), a través del Programa de Inclusión Económica y Empoderamiento de organizaciones sociales y colectivos de las regiones de la Montaña, Costa Grande y Norte de Guerrero (PIEE-Guerrero), se aproximó a un modelo de inclusión económica como herramienta para contribuir al sector rural y promover procesos de cambio, que avancen hacia la equidad y formen un vínculo territorial en el estado de Guerrero.
Este proceso ha sido clave para comprender el enfoque territorial y promover su transformación, sin embargo, aún existen factores culturales, económicos y sociales de las comunidades que dificultan el proceso de manera directa o indirecta. En este artículo se aborda la situación micro-regional desde la relación entre inclusión económica, de las y los productores de pequeña escala, en conjunto con la economía solidaria. Se exponen los motivos del trabajo y se resalta la importancia del proceso de transformación rural en el contexto del cambio estructural progresivo promovido por el Programa PIEE-Guerrero. Posteriormente, se analiza el potencial de la inclusión económica como herramienta de desarrollo y se identifican los mecanismos mediante los cuales es posible ampliar las capacidades de las y los productores de pequeña escala y, cómo esto puede contribuir a un objetivo mayúsculo como el desarrollo de los territorios de manera menos excluyente con las personas y sus entornos.
Modelo de Inclusión económica y economía solidaria como instrumento al desarrollo sostenible
Para iniciar esta reflexión es importante definir ¿qué es la inclusión económica? De acuerdo con RedEAmérica: “La inclusión económica tiene como objetivo transformar los patrones de relación entre productores y consumidores, para mejorar el bienestar de las personas y familias tradicionalmente excluidas, a través de un sistema de conexiones, incentivos y posibilidades para que accedan de forma competitiva, justa y sostenible a los mercados, participen de la generación de riqueza y puedan tomar ventaja de las oportunidades sociopolíticas del territorio.”
Asimismo, otro de los temas abordados a partir del programa PIEE-Guerrero, por las necesidades imperantes en territorio, es la aproximación a prácticas que estén basadas en la economía social y solidaria, misma que se define como un “modo de hacer economía, organizando de manera asociada y cooperativa la producción, distribución, circulación y consumo de bienes y servicios no con base en el motivo de lucro privado, sino de la resolución de las necesidades, buscando condiciones de vida de alta calidad para todos los que en ella participan, sus familiares y comunidades, en colaboración con otras comunidades para resolver las necesidades materiales a la vez que estableciendo lazos sociales fraternales y solidarios, asumiendo con responsabilidad el manejo de los recursos naturales y el respeto a las generaciones futuras, consolidando vínculos sociales armónicos y duraderos entre comunidades, sin explotación del trabajo ajeno”
De dicha definición se desprenden varios aspectos. Por una parte, las iniciativas de inclusión económica son esenciales para el desarrollo de las y los productores de pequeña escala, porque de esto depende que puedan o no acceder a oportunidades. Y, por otro lado, sin esta mirada de economía social y solidaria, continuaremos viendo a los territorios como lugares para ser explotados por el ser humano sin tomar en cuenta la degradación del ecosistema por estas causas.
Asimismo, las iniciativas de inclusión económica son parte esencial del desarrollo sostenible de un territorio y del proceso de empoderamiento y participación democrática de la comunidad. No es posible pensar en las y los productores de pequeña escala que no tenga una propuesta de desarrollo económico inclusivo y donde los diferentes actores del sector público y privado no adopten prácticas que fomenten su participación en la toma de decisiones o de iniciativas que coadyuven a la mejora de las prácticas, tanto de producción como de consumo, de manera que se contribuya a la sostenibilidad de acciones para la inclusión social y económica de las comunidades. En ese sentido, el enfoque del PIEE-Guerrero implica trabajar en el territorio desde una perspectiva de sostenibilidad, sustentabilidad e inclusión social (para lo cual será muy importante la investigación/acción con perspectiva de género), éstas son centrales del desarrollo sostenible.
Por lo tanto, es importante mantener estas dos visiones en programas y proyectos, que pongan en el centro los conceptos de inclusión económica y a la economía desde el enfoque de la economía social y solidaria, para no mantener la exclusión que actualmente existe en México y el mundo.
A través del programa PIEE-Guerrero, se realizaron una serie de diagnósticos que ilustraban de manera muy importante las diferentes brechas de exclusión y desigualdad. Por mencionar algunas cifras, de acuerdo con CONEVAL, el estado de Guerrero es uno de los estados con mayor grado de marginación socioeconómica del país. En 2020, el 66.4% de la población se encontraba en situación de pobreza; el 25.5% en pobreza extrema y vulnerable por carencias sociales; y el 21.7% con el mayor grado de marginación socioeconómica del país.
Esta información fue clave para el diseño y ejecución del PIEE-Guerrero, programa que desde 2019, en alianza con la Unión Europea, fomentó la participación de las y los pequeños productores del estado de Guerrero. A través de él, participaron 95 mujeres y 82 hombres de las regiones de la Montaña, Costa Grande y Norte de Guerrero, con quienes se han trabajado temas de: economía social y solidaria para el buen vivir, soberanía alimentaria desde la agroecología, estrategias para conservar los recursos naturales, igualdad y equidad de género desde la perspectiva de la economía solidaria, y gestión empresarial para las y los pequeños productores. Quienes a través del programa lograron una mejora en las condiciones de vida, condiciones en las que producían, y mejoras en el acceso a las oportunidades educativas encaminadas a la mejora de sus prácticas de gestión y organización.
Por todo lo anterior, uno de los resultados buscados fue la aproximación a un modelo de inclusión económica en el que se retoman las mejores prácticas visualizadas en la ejecución del programa, así como de los retos encontrados. En este sentido, la inclusión económica se plantea como una fórmula de desarrollo adaptada a las poblaciones rurales marginadas, que permita lograr, de forma duradera, la superación de su situación de pobreza. Su implementación pasa por la adopción de un enfoque territorial, pues las formas de desarrollo económico que visualizamos para ello están pensadas a nivel de micro-regiones, a la vez que se apuesta a construir agentes ciudadanos territoriales que entablen diálogos y negociaciones dinámicas con el Estado.
Los principales hallazgos son: contar con una perspectiva territorial, ya que es un componente clave para las iniciativas de inclusión económica, dado que éstas requieren fortalecer competencias en los individuos, generar capacidades colectivas necesarias para el buen desempeño de cualquier organización (capacidad de planeación y desarrollo de pensamiento estratégico; de diseño y gestión de proyectos; de evaluación y aprendizaje, de presupuestación y control administrativo; de adaptación continua a los cambios). Pero además de las capacidades propias de todas las organizaciones, las iniciativas de inclusión económica requieren de capacidades específicas para el emprendimiento y para la gestión del conjunto de factores clave del proceso productivo, de comercialización, del trabajo entre pares y la generación de capacitaciones, asesorías y fortalecimiento para las y los productores de pequeña escala. •