l gravamen ético que pesa sobre los seres públicos mexiquenses es tremendo e inevitable. El juicio político nacional hoy los arrasa con justicia. Pareciera que ahora ya no importa quién la hizo, sino quién la pague. Suelen pagar justos por pecadores.
Las elecciones de dentro de tres semanas así lo sancionarán. Ganará Delfina, perderá Alejandra. Una ganará por ser la buena, la otra perderá por lo que representa.
De darse así las cosas, equivaldrán al último clavo en el ataúd del PRI. Se habrían recordado sus pecados y olvidado sus aportes a la vida nacional.
El PRI como figura omnipresente apuntaló grandes logros en la formación del Estado nacional moderno. Sí, pero se cobró con las dos manos.
Se enfrenta una interesante candidata a la doble tarea de encubrir la ladronía centenaria y simultáneamente atraer la confianza de los que apenas ven que les es retribuido su esfuerzo y la de la jodidez perseverante. El dilema de Alejandra es cómo lograr la simpatía con los que exigen algo distinto, si se le ve como heraldo de la corrupción.
Tocó a dos señoras, por principio consideradas respetables, la representación de lo que sus orígenes sostienen: Alejandra va por el siempre querremos más. Delfina expone serenamente la fuerza del ¡ya basta!
Poco pintarán sus cualidades personales, trayectorias y proyectos. El pueblo no votará por ello, sufragará en búsqueda de oxígeno.
Como ejercicio de razón, he repasado la lista de los gobernadores desde 1929. Destacan personas honorables, pero que no supieron cambiar de rumbo. Son más los sombríos. Alguno de ellos me comentó, justificando: es que así es esto
. Y sí, el ambiente ha sido de ¡sírvanse!
La naturalidad en el uso de aquella frase comalada de millonarios
con que se creía describir a cada gobierno local, por algo coincide con la atribuida a Carlos Hank. Por eso es el sentimiento popular el que votará el 4 de junio.
Son palabras de profunda indignación: ¡Ya no más de lo mismo! Por eso, aun en encuestas formuladas en favor del continuismo, se refleja que Delfina motiva principalmente la adhesión de las masas populares. Es la razón expresada con júbilo la que se expresará en las casillas.
Esa razón se integra con anhelos humanitarios y no con pretensiones clasistas. Es la anhelada justa medianía que la jodidez busca. Exige espacios en su lucha social, no es el ser ya satisfecho que sólo buscará siempre más.
Son respetables las clases medias que esforzadamente han logrado niveles de bienestar, que abrieron camino con base en estudio y esfuerzo de su generación y los de las que les precedieron.
En este tenor, corresponde reconocer que su estatus se debe a su esfuerzo, al marco de derecho del que se disfruta en el país y más aún, al esfuerzo participativo de la clase trabajadora. Ahora es tiempo de pensar en aquellos que buscan legítimamente y con semejantes aportes una vida mejor.
La elección mexiquense rebasa con mucho un nuevo camino para el estado. Es una bifurcación histórica nacional. Sí, ahí se puede marcar un alto, un hasta aquí a las nubes del pasado y tomar aliento.
Nuestro país ha crecido demográficamente con desigualdad de sus satisfactores. A más claridad, ha crecido en desproporción con la distribución de los derechos socialmente básicos: salud, educación, trabajo, seguridad, esparcimiento. Para el país la justicia social es su peor rezago. Eso sencillamente nadie lo puede refutar. Tenemos deudas con los desfavorecidos.
Aquellos que se engañan con la nostalgia de haber tenido un desarrollo estabilizador, que recuerden que se hizo en parte determinante con base en sostener una mano de obra barata, injusta, competitiva
, como le llaman los cresos resultantes. Se está corrigiendo a regañadientes de ellos.
Alejandra no ganará. La hunde el peso ineludible de la historia. Está atada biográficamente al PRI con su muestrario de millonarios. Siendo acaudalados, los más de ellos, ni lo heredaron ni han ganado un peso fuera de la esfera del gobierno.
Algunos son respetados en la memoria colectiva: Isidro Fabela, Gustavo Baz, Wenceslao Labra, Mario Ramón Beteta. A muchos otros les sería imposible justificar el origen de su riqueza. Toda les vino del erario. Son beneficiarios del sistema corrupto.
Esa es la carga histórica que Alejandra tiene irremediablemente que cargar. A esa carga no sólo la forma la nómina de recientes beneficiados, sino el ambiente de abusos que en casi 100 años se esparció, desde el gobernador Filiberto Gómez hasta hoy.
Ella trata de abrir zanjas defensoras del fuego. Abrir espacios aislantes de todo lo que signifique Atlacomulco, pero es imposible negar la realidad. Inevitablemente es heredera de ello. Todo significa que Delfina ganará al PRI, éste como el Saturno que devoró a sus hijos.
Aquí todos somos un poquito ladrones.
Álvaro Obregón a Vicente Blasco Ibáñez.