Opinión
Ver día anteriorSábado 6 de mayo de 2023Ver día siguienteEdiciones anteriores
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Infancia y sociedad

Ética pulverizada

¿C

on qué cara vamos a decir a niños y jóvenes que deben portarse bien, que no se vale decir mentiras, que es mejor ser honestos; que deben respetar las normas, aunque a veces parezcan injustas? ¿Cómo hablarles de sentimientos nobles y buenos modales si todo lo que ocurre a su alrededor muestra lo contrario? Ellos lo saben porque ven y escuchan.

Vivimos una crisis ética grave que involucra a toda la sociedad y permea la realidad cotidiana de la niñez y la juventud. Tan sólo con los datos oficiales de sus vidas basta para concluir que en México la ética está pulverizada. Millones de niños con hambre y sin acceso a la escuela; niños y niñas desaparecidos, violados y asesinados, explotación sexual y pedofilia impunes; escasez de vacunas básicas que nos llevará de vuelta a enfermedades que habían sido superadas; más de 2 mil niños muertos recientemente de cáncer por falta de medicamentos, y niñas y niños trabajando como adultos o pidiendo limosna en las esquinas sin que eso nos alarme.

Gobierno y sociedad parecemos ciegos ante la terrible realidad. Este abandono brutal no es reciente, por supuesto, los gobiernos anteriores no cumplieron del todo sus responsabilidades con la niñez, pero el gobierno actual ha abandonado más que ningún otro a la infancia, con indolencia y cinismo. Ni trenes ni refinerías ni majestuosos aeropuertos podrán compensar las pérdidas de capital humano que es realmente lo indispensable para el desarrollo de un país.

La justicia y la igualdad se construyen de abajo hacia arriba, porque sólo a través de una infancia amada y protegida podremos romper el círculo de la pobreza y fundar la igualdad de oportunidades. Si los niños votaran no habría candidato idóneo para ellos, porque a ninguno queda claro el valor de la niñez. Así las cosas, toca a la sociedad civil y a las organizaciones no gubernamentales exigir a los futuros candidatos presentar públicamente sus programas de acción para rescatar a las nuevas generaciones. Infancia es destino, tanto para el individuo como para su sociedad. Son ya demasiados años esperando a un estadista que comprenda esto y actúe en consecuencia.

“El político común –decía Churchill– piensa en las próximas elecciones, el verdadero estadista piensa en las próximas generaciones.”

Todos los días, todos los niños.