Dos importantes autores buscan salidas a la crisis ambiental, 2ª entrega
l nuevo libro de Jeremy Rifkin (JR), The Age of Resilience, de 2022, se centra en el concepto de resilience que ha dado lugar, en español, al neologismo resiliencia y que significa capacidad de recuperación/adaptación. La edad de la resiliencia es la antítesis de la edad del progreso que nos ha llevado al calentamiento global. Rifkin asume la postura que el ser humano debe readaptarse a la naturaleza en lugar de seguir adaptando ésta a sus propósitos. El primer tema que aborda es el de la tecnología necesaria (en algunos países en proceso de construcción acelerada) para transitar a la Edad de la Resiliencia de la que, como señalé, JR había abordado ya en tres libros anteriores: The Hydrogen Economy (2002), The Third Industrial Revolution (2011) y The Green New Deal (2019). Usa la expresión revoluciones epocales en la infraestructura. Cada época tiene una infraestructura tecnológica diferente. Cada paradigma infraestructural conjunta tres nuevos componentes: formas de comunicación, fuentes de energía, y modos de transporte y logística. Cuando estos componentes concurren y cuajan en una dinámica fluida, cambian de manera fundamental la manera en que la gente se comunica, transforma la energía natural y se mueve. También cambian los edificios y contenedores de todo tipo. Estas grandes revoluciones tecnológicas modifican asimismo la orientación espacio-temporal y la naturaleza de la actividad económica, la vida social y las formas de gobernanza para hacerlas coherentes con las oportunidades y restricciones que acompañan los patrones colectivos hechos posibles por la nueva infraestructura
. Hoy estamos, dice JR, en medio de la Tercera Revolución Industrial (TRI). La banda ancha digital de Internet está convergiendo con una red digital de electricidad, proveniente de fuentes solares y eólicas. Millones de hogares, empresas, organizaciones de la sociedad civil y agencias gubernamentales están generando electricidad solar y eólica para su uso donde viven y trabajan. La electricidad verde sobrante se vende al internet eléctrico usando big data y algoritmos. Ahora, estos dos internet digitalizados están convergiendo con un internet de movilidad y logística que se compone de vehículos eléctricos y vehículos impulsados con celdas de combustible, ambos verdes. Estos vehículos serán progresivamente más autónomos y serán administrados con big data y algoritmos en caminos, rieles, agua y aire. Estos tres internets compartirán un flujo continuo de datos, analítica y algoritmos. El flujo informativo será continuamente alimentado por sensores instalados en el terreno que monitorearán todo tipo de actividades, permitiendo a la humanidad administrar de manera adaptativa la actividad económica y la vida social. A esto le llama el Internet de las Cosas (IC). En la nueva edad los edificios serán reacondicionados, con infraestructura del IC, para ahorrar energía y ser climáticamente resilientes. Estos edificios inteligentes servirán también como microplantas generadoras, almacenamiento de energía y como centros de interconexión de vehículos eléctricos y de celdas-de-combustible en una sociedad de cero emisiones ampliamente distribuida (esparcida).
En contraste con las tecnologías, muy costosas y por tanto muy centralizadas, de la 1ª y 2ª revoluciones industriales, la de la TRI está diseñada para ser ampliamente distribuida y no centralizada, y operar de manera abierta y transparente y no privatizada (y secreta), para optimizar el efecto-redes. Las economías de escala se generan por su lateralización y no por integración vertical. En el curso de las próximos decenios, argumenta JR, millones de cada vez más baratos centros de datos instalados en hogares, oficinas, locales comerciales, comunidades, lateralizarán la recolección y almacenamiento de datos del sitio y permitirán una gobernanza basada en analítica y algoritmos en tiempo real en redes regionales interconectadas, superando a las redes centralizadas integradas verticalmente. “A medida que esta infraestructura se desenvuelva en los próximos 20 años, miles de millones de personas serán capaces de desplegar, agregar, desagregar y reagregar su componente particular de la infraestructura en fluidas plataformas de cadenas de bloques, a voluntad, en sus comunidades y conectarse a través de regiones, continentes y océanos. Esto es ‘poder para la gente’, literal y figurativamente … La infraestructura de la TRI está creando un nuevo sistema económico con principios operativos y objetivos completamente diferentes”. Este análisis concluye con el siguiente esperanzador párrafo (Rifkin, 2022, p.180): Si la era medieval puso una prima a la religiosidad y al sueño de la salvación celestial y la edad moderna a ser muy trabajador y al avance ilimitado del progreso material, la era que está empezando recalca la resiliencia a cada paso y el prospecto de realinear nuestra especie de vuelta a los ritmos y flujos del planeta. Las señales primas de la transformación son los cambios en la orientación temporal y espacial, que resultan del despliegue de una infraestructura resiliente, en la que la eficiencia da el paso a la adaptatividad, y el desapego y la mercantilización de la naturaleza dan paso a la participación profunda con una Tierra animada. La edad de la Resiliencia está ante nosotros
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El siguiente tema que destaco de los que aborda JR en la IV parte de su libro, es su planteamiento (capítulo 12) que la democracia representativa debe dar paso a la parescracia ( peerocracy). Empieza señalando que: “Cuando el desastre golpea, sea clima o pandemia relacionado, el gobierno sólo es muy superficial, tiene insuficiente staff y está mal equipado para gobernar por sí solo y supervisar la emergencia e inevitablemente convoca a la ciudadanía a responder y ponerse a trabajar”. Añade que una generación más joven, teniendo esto en mente, está empezando a confrontar la democracia representativa con una más amplia, más inclusiva y lateral forma de involucramiento político que empotra las comunidades en los ecosistemas, biomas y esferas planetarias con las que estamos íntimamente entrelazados. Esta forma emergente de nueva identidad política viene con un involucramiento activista más directo que lleva a hacer de cada ciudadano una íntima parte del proceso de gobierno mismo. Gobiernos locales han empezado a convocar a sus ciudadanías a participar en asambleas de pares
que trabajan al lado del gobierno. Son extensiones profundamente empotradas de la gobernanza, como los jurados, que lateralizan la toma de decisiones, asegurando que la ciudadanía se involucre activamente en la gobernanza. La democracia representativa está abriendo espacio para la parescracia, que significa un cambio sustancial en la idea de libertad individual que ha prevalecido en la Edad del Progreso, en la cual libertad ha estado unida a la autonomía individual. Esta forma de libertad era una libertad negativa, el derecho a la exclusividad, el derecho a la autosuficiencia, de no estar obligado con otros, a ser una isla para sí mismo. (p.206).
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