Instalado en uno de los principales corredores de migración del mundo y hasta ahora caracterizado por la emigración, México ha visto caer su tasa de fecundidad hasta niveles que dificultan el remplazo de la población. Se estima que sus habitantes disminuyan de 127 millones en 2022 a 116 millones para 2100, reporta el Banco Mundial (BM).

De acuerdo con el organismo, México es uno de los casos que ejemplifican las fuerzas demográficas divergentes que están en juego en el mundo actual: el envejecimiento acelerado de su población –que aún es relativamente joven– y una pirámide demográfica que ha comenzado a adoptar una forma invertida, la cual se prevé que refleje un desequilibrio más marcado en 2050.

En un nuevo informe, el BM explica que la tasa de fecundidad debe exceder 2.1 para asegurar el remplazo de la población. Entre 1950 y 2022, ese indicador en México cayó de 6.7 a 1.8 por ciento. Las tasas de fecundidad tienen efectos profundos que perduran a mediano plazo y son difíciles de revertir por completo, explica el organismo.

La tasa de fecundidad refiere en promedio cuántas personas nacen por cada mujer en edad reproductiva. Según los estimados del BM, para 2050 la mayoría de la población en México tendrá entre 50 y 44 años, lo que plantea la necesidad de nuevas políticas para atender la migración.

El agotamiento del bono demográfico no es privativo de México. Las poblaciones de todo el mundo están envejeciendo a un ritmo sin precedente, lo que hace que muchos países dependan cada vez más de la migración para hacer realidad su potencial de crecimiento a largo plazo, refiere el organismo en el informe Migrantes, refugiados y sociedades.

En él detalla que países como México, Tailandia, Túnez y Turquía pronto necesitarán más trabajadores extranjeros, porque su población ha dejado de crecer, y por ello las políticas tendrán que adaptarse a estas circunstancias, lo que requerirá un cambio de perspectiva para los responsables políticos y la sociedad en general.

El Banco Mundial destaca que México –como Malasia y Turquía– se está convirtiendo en un país de destino dentro de la región, en este caso América Latina y el Caribe, dado que la población de economías de ingresos más bajos se traslada a los centros económicos más cercanos con la esperanza de encontrar mejores trabajos.

Más allá de este ajuste demográfico, también están cambiando las fuerzas que impulsan los flujos migratorios, lo que hace que los movimientos transfronterizos sean más diversos y complejos, detalla el organismo.

En la actualidad, los países de destino y de origen pueden tener cualquier nivel de ingreso, y muchos países, como México, Nigeria y Reino Unido, envían y reciben migrantes al mismo tiempo.

El número de refugiados casi se triplicó en la última década y el cambio climático amenaza con impulsar aún más las tendencias de migración, destaca el BM. Alrededor de 2.5 por ciento de la población mundial –184 millones de personas, incluidos 37 millones de refugiados– ahora vive fuera de su país de nacionalidad. La mayor parte –43 por ciento– se encuentra en países en desarrollo.