l pasado 16 de abril, Arturo Delgado González, maestro del CCH Oriente dejó de estar físicamente entre nosotros. Estudió en el Colegio de Historia de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM, y cursó otra licenciatura en la Facultad de Economía. Después hizo un posgrado en historia.
Su existencia enmarcó diversas actividades que delinearon el perfil de una persona singular e inolvidable. La primera de estas prácticas fue la docencia. En esta noble profesión, la entrega y entusiasmo con sus alumnos estuvo orientada a contribuir en la formación de ciudadanos libres, conscientes y de firmes principios éticos para la vida en sociedad.
Un segundo rubro fue cultivar una forma correcta de escribir la palabra; en este campo nos legó varios libros de su autoría: Martín Luis Guzmán y el estudio de lo mexicano, El magonismo y El Nacionalismo en México. También, algunas antologías elaboradas conjuntamente con compañeros del área histórico-social del CCH Oriente: De Espartaco al Che y de Nerón a Nixon y De Cuauhtémoc a Juárez y de Cortés a Maximiliano. Todo ello tenía como propósito claro y definido facilitar el proceso de enseñanza aprendizaje en los educandos.
Paralelamente a dicha labor propositiva, cabe mencionar también su colaboración semanal en el diario nacional El Día en la década de los 80, como articulista de fondo. Igualmente, su participación quincenal en Punto Crítico, Revista de información y análisis político en los años 70 y 80.
Otra de sus aptitudes fue el ejercicio del lenguaje. Como conversador animoso, cautivaba a quienes lo escuchaban y platicaban con él; esta cualidad le permitió cultivar con gran facilidad la amistad, la comunicación y el trato espontáneo. Así lo atestigua el gran número de personas que lo estimamos y le brindamos reconocimiento y estima.
Finalmente, está la pasión política. Desde muy joven mostró compromiso con las causas nobles de la sociedad, siempre al lado de los desposeídos. Destacan su participación en el movimiento estudiantil popular de 1968, su militancia en el sindicato de los trabajadores de la UNAM y haber sido fundador del STUNAM y del Consejo Académico Universitario. No menos importante fue la tarea en favor del desarrollo académico del Colegio, manteniendo siempre una posición de izquierda en la interpretación de la historia.
Todos reconocemos las aportaciones académicas y el papel que jugó como director del Colegio de Ciencias y Humanidades. Para él la política siempre tuvo una relación indisoluble con la ética, cuando ésta se encuentra con la política y ambas buscan la consecución de fines y valores como justicia, libertad, democracia, igualdad y dignidad humana.
Además, siempre lo acompañó el gusto y la alegría por la vida. Vivirla a plenitud fue resultado de varias y distintas satisfacciones: la superación profesional, la formación de su hijo Víctor Arturo y el quehacer académico político.
A este hombre ejemplar que siempre buscó hacer el bien y cuya luz hoy se apaga, le decimos: Compañero, seguirás viviendo con mayor intensidad en nuestros recuerdos.
* Filósofo. Profesor del Colegio de Bachilleres