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La salud del Presidente // Versiones en Mérida // Adán, a la mañanera // Agruras por venta del avión

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▲ VIACRUCIS MIGRANTE. Alrededor de 4 mil indocumentados de diversas nacionalidades emprendieron ayer en Tapachula el llamado Viacrucis Migrante hacia la Ciudad de México para visibilizar su situación y en protesta por la muerte de 40 personas a causa del incendio en la estación migratoria de Ciudad Juárez, Chihuahua, ocurrido el 27 de marzo pasado. Necesitamos cambios estructurales en el INM, queremos justicia, manifestó el director de Pueblo Sin Fronteras, Irineo Mujica, organizador de la caravana.Foto Afp
E

l presidente de México ha sido afectado nuevamente por el Covid-19, en pleno remolino político (ejemplos: las batallas internas en el plano judicial, la violencia criminal desbordada y la conducción del proceso corcholatero; las presiones de Estados Unidos en cuanto al fentanilo y los cárteles mexicanos, en específico el de Sinaloa). Y, como es natural, tales quebrantos de salud generan todo tipo de opiniones y versiones: en el caso de Andrés Manuel López Obrador, preocupaciones genuinas, por un lado, y versiones alarmistas y tendenciosas, por otro.

López Obrador mantiene un ritmo de trabajo sumamente agotador. De lunes a viernes, sin siquiera tomar asiento en el foro (como sus invitados y sus participantes habituales), desarrolla el ejercicio de comunicación social y propaganda política conocido como la mañanera, tan polémico como eficaz. Los fines de semana viaja por el país, con agendas cargadas de reuniones y supervisiones, últimamente con acento en lo relacionado con el Tren Maya y en la estructura de asistencialismo electoral que lleva como nombre genérico Bienestar. En cuanto a la conducción de su gabinete, los reportes internos dan cuenta más de un control presidencial obsesivo, directo o indirecto, que de desatención.

Pero la salud del político tabasqueño no corre a la par de su hiperactividad. Ya es la tercera ocasión en que se contagia del virus mundialmente esparcido (el cual suele dejar secuelas de diversa índole y durabilidad) y, en muy buena parte a causa de las develaciones hechas por los hacktivistas del grupo Guacamaya, se conocen detalles de sus varios problemas de salud y las correspondientes medicaciones obligadas. En diciembre de 2013 sufrió un infarto, justamente en la parte final del proceso peñista de reforma energética.

Siendo marcadamente presidencialista el sistema político mexicano y siendo López Obrador el ocupante de una centralidad excepcional de la vida pública, como no había sucedido con ningún mandatario federal, los temas de salud son manejados con reserva, pues los adversarios del fundador y jefe real de Morena suelen utilizar en su contra descalificaciones basadas en presuntos problemas físicos y mentales y en la vejez como supuesto factor invalidatorio.

Ayer mismo, en medio de expresiones públicas de partidos y personajes políticos que desean pronto restablecimiento a AMLO, se desató una oleada de versiones, sin ser confirmadas o desmentidas a la hora de cerrar esta columna, referidas a un supuesto desvanecimiento en Mérida. Además de especulaciones respecto al sitio hospitalario en que se encontraría e incluso en cuanto al estilo del tuit en que se dio cuenta del contagio virulento.

Cierto es que es necesaria la información oficial precisa sobre el estado de salud de quien ocupa la Presidencia de México, pero también es cierto que en segmentos opositores que no han podido vencer políticamente al tabasqueño, y que no parecen encaminados a vencer a la 4T en 2024, se incuba y desborda una malsana esperanza, expresada incluso en patológicas muestras de alegría, por los malestares del habitante de Palacio Nacional y las eventuales complicaciones que podrían significar.

Por lo pronto, López Obrador se resguardará unos días y deja a cargo de la políticamente redituable mañanera a Adán Augusto López Hernández, el secretario de Gobernación que a pesar de su desventaja en encuestas de opinión cree posible una sorpresa que le lleve a ser el siguiente candidato presidencial morenista.

Y, mientras la venta del lujoso avión presidencial, comprado por Felipe Calderón para que lo usara Enrique Peña Nieto, provoca agruras en los opositores al obradorismo que antes le reprochaban que no lograra despachar esa compraventa y que ahora hablan de pérdidas en la operación y no del despilfarro acomplejado del panista quedabién que fue el comprador original y del muy costoso abuso del encopetado usuario priísta, ¡hasta mañana!

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