En 2009, la Ceremonia Ritual de Voladores fue inscrita en la Lista Representativa de Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad de la UNESCO, novedosa manera de llamar a la ya internacionalmente conocida Danza de voladores, misma que podría encontrarse en espacios de visita masiva tales como: centros turísticos, zonas arqueológicas, ferias y festivales importantes en el país y otros espacios similares en el extranjero, uno de los objetivos principales siempre fue la gestión para la apertura de nuevas plazas de vuelo; creando en el imaginario social mundial, de ser una práctica cultural tan pública que no le pertenece a nadie, estando sus practicantes en todos lados. Con el nombramiento, llegó el plan de salvaguardia, mismo que daba cuenta de los diversos ejes para la atención integral de la práctica y la comunidad de voladores comenzó a conocer, entender y participar de la gestión y operación de dicho plan, creando otra condición de valor social.
En torno a los casos de uso indebido de la imagen y daño moral, sucedidos en los últimos 5 años a la Ceremonia ritual de voladores, la sociedad local ha mostrado diversas posturas, ya que por un lado están los sectores indignados, y por otro, los que muestran una incomprensión del caso. Esto demuestra la variabilidad de percepciones que se tienen en Papantla sobre la comunidad indígena totonaca y su patrimonio.
El primer caso denunciado por los voladores fue en 2018, cuando la Cervecería Cuauhtémoc Moctezuma-Heineken, a través de la marca INDIO, utilizó la imagen sin autorización de los practicantes, caso que se solucionó hasta 2022. Sin embargo, el hecho causó poco eco en la comunidad de voladores, y en otros sectores que se manifestarían en el futuro. Existen antecedentes de casos similares en la historia del ritual, utilizándolo como parte de una campaña de marketing de Coca-Cola (2012), y el sistema estatal de televisión con la serie animada Nakú el niño Volador. En ese entonces, El Consejo para la Protección y Preservación de la Ceremonia Ritual de Voladores A.C., estaba en proceso de autonomía, y se iniciaba la gestión del Eje de Protección Legal Laboral de los voladores como parte del Plan de Salvaguarda, un eje limitado; además, con la intervención y directrices del gobierno del estado de Veracruz desde la visón de “apoyo al turismo cultural”. Regresando al caso con la cervecería, cabe resaltar que, desde el inicio de la campaña, el Ayuntamiento de Papantla, conoció y dio anuencia a su puesta en marcha. En la prensa local se dijo que, como parte de la retribución y gestión del municipio en turno, la cervecera otorgó equipamiento urbano – un gimnasio al aire libre- sin que nadie considerara la opinión de los voladores.
La socialización del Plan de Salvaguarda planteó la relación entre el interés colectivo y los límites de la autonomía de grupo, es decir, se comenzaron a cuestionar los actos de los líderes, los grupos y organizaciones en función de su contribución a la “salvaguarda”; esto ya se venía haciendo internamente, pero ahora la opinión de los que no eran portadores se hacía escuchar, pues el plan los dotó, a propios y a extraños, de conceptos y categorías de referencia, concibiendo a la “Danza” como parte de un sistema más amplio, inserto en su contexto actual, afirmando que la tarea de la salvaguarda integral de la expresión es un tema de responsabilidad compartida.
Los voladores son los iconos de la comunidad indígena del Totonacapan, usados para el turismo cultural. Tomando en cuenta las instancias que han acompañado los procesos de patrimonialización de los voladores, en los tres niveles de gobierno se encuentran, entre otros: los ayuntamientos y gobiernos del estado de Veracruz, su participación se ha caracterizado por una visión de atención a sus agendas de asistencialismo y desarrollo turístico, alejándose de generar políticas públicas necesarias para crear agencia en la salvaguarda de las expresiones culturales por parte de sus practicantes. A nivel federal, e históricamente desde su nacimiento en el contexto del indigenismo, el entonces llamado INI, después CDI y ahora INPI, a través de su centro regional en Papantla, se ha caracterizado tradicionalmente por brindar apoyos al sector indígena, con el propósito de crear espacios de “autogestión comunitaria”. Sin embargo, este tipo de apoyos, han dejado como principal herencia la necesidad de crear organizaciones, constituidas legalmente o no, para acceder a recursos, sistemas de gestión que aprendieron muy bien los totonacos de la región, pero se han reproducido prácticas como: la solicitud de infraestructura asociada a proyectos de turismo cultural y de naturaleza, considerándolos como impulsores de desarrollo.
Otro caso emblemático: en 2021 circuló en medios de comunicación digitales el spot publicitario de la empresa financiera Money Man, generando un desagrado por el mensaje emitido en miembros de la sociedad local y nacional, mismos que expresaron su indignación pues la campaña denostaba una clara discriminación hacia los voladores a pesar del valor patrimonial reconocido internacionalmente. El Consejo haría pública su postura a través de una rueda de prensa donde tajantemente dijeron ¡Ya basta!; haciendo recuento de varios casos conocidos en el país, inclusive en la región. Por primera vez se tipificó jurídicamente como uso indebido de la imagen, apareciendo en escena Chimalli Centro de Estudios y Derechos Culturales, asesores jurídicos particulares del Consejo, revelando la línea e instancias de tratamiento del caso.
En lo local, además de las redes, de boca a boca, la población conocía el caso y expresaba indignación, algunos sectores académicos reforzaron la idea y necesidad de una consulta. A medida que se comprendía el caso, y se atendía jurídicamente, propios y extraños sugerían que la sanción debía ser económica, acompañada de una disculpa pública.
El 7° encuentro nacional de voladores, en septiembre de 2022, gestionado por primera vez de manera autónoma por parte del Consejo, con el apoyo operativo del Centro de las Artes Indígenas, la Universidad del Bienestar Sede Papantla, y la Universidad Intercultural de Espinal, fue el espacio donde se socializó de manera más amplia, la forma en la que, hasta entonces, había procedido el Consejo de Voladores en representación de todos los practicantes mesoamericanos ante los casos de apropiación de su imagen, en presencia de voladores de otras latitudes, sectores académicos locales, servidores públicos y la prensa, destacando como acto simbólico y sin precedentes, la disculpa pública de la empresa Money Man por el daño moral a la tradición. El cuadro de instituciones: INPI, Secretaría de Turismo del estado de Veracruz y el Ayuntamiento no daban crédito a tal hecho.
Posteriormente, sectores como los empresarios locales, opinaron que los voladores estaban siendo mal asesorados, pues el uso de la imagen podría verse como una oportunidad de divulgar y promocionar la tradición. La población local, que no se autoadscribe como indígena, no celebró tanto el logro de los voladores, pues el racismo y la discriminación también se manifiesta y desde un apoyo simulado, a la fecha, aún no se legitima la forma de concebir a los voladores como protagonistas de su propia defensa, situación que deja como ejercicio pendiente la necesidad de propiciar una comunicación intercultural y de respeto.
Muchos atestiguamos que la perspectiva de los voladores mesoamericanos, es la de seguir estrechando sus relaciones internas, y en cada uno de sus territorios, para gestionar de manera más inclusiva, idea que seguro encontrará eco en el nuevo marco de la Ley Federal de Protección del Patrimonio Cultural De Los Pueblos y Comunidades Indígenas y Afromexicanas. •