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La muestra

Godland

Foto
▲ Fotograma de la cinta de Pálmason.
E

n Godland (2022), el largometraje más reciente del islandés Hylnur Pálmason (Un blanco, blanco día, 2019), el padre Lucas (Elliot Crosset Hove) es enviado a un territorio inhóspito en la costa sureste de Islandia con el propósito misionero de construir allí una iglesia. Cabe precisar que en las postrimerías del siglo XIX en que esta situada la cinta, la isla es todavía una colonia de Dinamarca, y por esa razón, desde su llegada en barco, el nuevo sacerdote es recibido por sus guías y anfitriones con hostilidad y recelo.

Además de su misión pastoral, Lucas es también un fotógrafo aventurero, deseoso de realizar una crónica gráfica de su trayecto pionero a pie o a lomo de mula a través de una naturaleza para él cautivadora, pero que pronto se le volverá extenuante. Al inicio de la cita se menciona, como dato documental, el descubrimiento reciente de una serie de placas fotográficas en láminas de vidrio. Esas imágenes rescatadas serán la inspiración y base del duro relato de Godland, un título irónico para designar a esa auténtica tierra de nadie.

Con el fin de rendir tributo a aquellas placas de vidrio, la espléndida fotografía a color de Maria von Hausswolff ha elegido un formato casi cuadrado que, a pesar de contrastar con el aliento épico de la cinta y de sus vastos paisajes, funciona perfectamente para acentuar la soledad de los personajes y el proceso de degradación anímica de ese sacerdote a medio camino entre la vida y la muerte. Es fascinante la transformación paulatina de Lucas, quien pasa de ser un personaje seco e inexpresivo a imponerse como un digno rival de quienes continuamente lo ningunean y maltratan, entre los que sobresale el guía Ragnar (Ingvar Sigurdsson), personaje rencoroso y grosero que es obstáculo continuo en la misión cada vez más contrariada del sacerdote danés.

Detrás de la animosidad del guía Ragnar hay naturalmente una sorda resistencia nacionalista dirigida a un representante del poder colonial; también un intenso duelo de vanidades viriles. En Godland domina un alto grado de pesimismo, pues al cabo del largo via crucis elegido por el padre Lucas, todos sus propósitos, incluidos los amorosos, se encaminan inexorablemente al fracaso. De este modo se puede ver al fotógrafo misionero cristiano llevando a cuestas por territorios imposibles, en una expiación no pedida, tanto la cruz para su iglesia como el trípode para la cámara en su aventura artística. Es la imagen perfecta de un heroismo a contrapelo, espejo de una imposición colonizadora destinada a hundirse en un hermoso y taimado paisaje hecho de hielo.

Se exhibe en la sala 3 de la Cineteca Nacional a las 12 y 17 horas.

Twitter: @CarlosBonfil1