Recibirá homenaje de Secretaría de las Mujeres
Ha alternado su labor académica con proyectos sociales, agrícolas, de derechos humanos y tenencia de la tierra
Lunes 10 de abril de 2023, p. 24
Oaxaca, Oax., La palabra sororidad resume la vida y el trabajo de Josefina Aranda Bezaury, catedrática, investigadora y defensora de los derechos femeninos originaria de la Ciudad de México, quien ha vivido durante los últimos 40 años en Oaxaca buscando, en campos y cafetales, el empoderamiento de las mujeres y, sobre todo, mejorar su calidad de vida.
La académica recordó en entrevista sus años de trabajo y dijo estar feliz debido a todas sus vivencias, recorridos por comunidades, así como en fincas cafetaleras y en las aulas de la Universidad Autónoma Benito Juárez de Oaxaca (UABJO). Indicó que recientemente, estando retirada de sus labores de antaño, puso en marcha junto con un círculo de amigas un nuevo proyecto.
Aranda Bezaury recibirá este lunes un homenaje a su trayectoria, que le será otorgado por la Secretaría de las Mujeres estatal y el Instituto Municipal de la Mujer de la capital de Oaxaca. Aseguró ignorar el motivo del galardón.
Josefina Aranda llegó a Oaxaca en 1983, luego de quedarse sin opciones de trabajo en la Ciudad de México tras participar en 1979 en una huelga para demandar mejores condiciones laborales en el Colegio de México. A sugerencia de la socióloga Teresita de Barbieri (1937-2018), concursó por una plaza en la UABJO y le fue otorgada.
Recordó que entonces pensó en radicar solo un tiempo en la entidad, pero se enamoró de Oaxaca y aquí formó a su familia.
Hoy, a los 68 años de edad, la maestra señaló que si bien dedicó gran parte de su vida a la academia, nunca me concebí ni pude ser puramente académica
. Acotó que por eso conformó la organización Campo AC, un colectivo que de la mano de los pueblos impulsa la producción agropecuaria, la tenencia de la tierra, los derechos humanos y los de las mujeres, entre otras causas.
Además, mantuvo estrecho contacto con Floriberto Díaz, luchador social que fomentó el concepto de la comunalidad –y cuya esposa, Sofía Robles, fue la primera alcaldesa de Santa María Tlahuitoltepec– a través de la organización Asamblea del Pueblos Mixes. A finales de la década de 1980 se unió a la lucha cafetalera, tras el cierre del Instituto Mexicano del Café.
Esto dio origen a la Coordinación Estatal de Productores de Café de Oaxaca (Cepco), donde trabajó con mujeres hasta entonces invisibles para la sociedad, no obstante que ellas cosechaban, fermentaban y despulpaban las bayas del aromático; es decir, gran parte de las faenas eran realizadas por mujeres, que paradójicamente eran quienes menos participaban en asambleas.
Por ello comenzó acciones con miras a optimizar las condiciones de las mujeres y las de sus familias, a lo que nadie se interpuso y además obtuvo respaldo de los mismos varones, que apoyaron mucho, dijeron que todo lo que represente mejores condiciones, órale
. Entonces las féminas participaron activamente en asambleas de la Cepco y proyectos productivos muchas veces propuestos por ellas; asimismo, se les ofrecieron cursos e información de expertos, lo que mejoró la producción cafetalera.
Rememoró que ya con un grupo fuerte y establecido de mujeres se comenzaron proyectos de salud, nutrición, sobre derechos femeninos y de alfabetización, con lo que prosperó la calidad de vida de mujeres y comunidades.
Añadió que este acercamiento le permitió escribir artículos de sociología y antropología. Consideró que más allá de temas intelectuales y de investigación, tuvo la fortuna de estar y trabajar donde le gustaba, en los pueblos, con las mujeres, apoyándolas siempre
.
Expuso que si bien lleva en mente a todos los organismos que fundó, en mi corazón tengo siempre el trabajo de las cafetaleras
.
La catedrática ocupó diversos cargos en la UABJO, entre ellos el de secretaria académica, y fundó en esa casa de estudios maestrías en sociología y antropología, con el aval de la Universidad Nacional Autónoma de México.
Tras su jubilación en 2015 padeció cáncer –del cual ya está recuperada–, lo que no le impidió ocuparse en proyectos sobre trabajo infantil en zonas cafetaleras, migración de mujeres indígenas a la zona de San Quintín, en Baja California, y trabajadoras del hogar en Oaxaca.
Asimismo respalda un proyecto que considera muy esperanzador, creado por ella y sus amigas, con sede en el Instituto de Artes Gráficas de Oaxaca, llamado Se vale soñar: deseos y sueños truncos, que ofrece talleres para que jubiladas jubilosas
concreten planes de negocios, estudio y turismo aplazados por dedicarse a satisfacer las necesidades sus familias.