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¿Quién evalúa al evaluador?
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ace unos años se le preguntó al intelectual Noam Chomsky sobre la violación de los derechos humanos en Cuba. Respondió que las peores violaciones en la isla se cometían en la base militar de Guantánamo, ocupada por EU. Ahora, que se acaban de cumplir 20 años de la invasión estadunidense a Irak, haríamos bien en recordar las imágenes de los prisioneros en trajes naranja, sacos negros sobre la cabeza, atados y sometidos a torturas. Como la invasión a Irak, la detención de los prisioneros en Guantánamo –enjaulados, sin cargos ni juicio– se justificó bajo el marco de la guerra contra el terror que EU desató tras los ataques del 11 de septiembre de 2001.

Pese a la completa impunidad de los que promovieron, efectuaron y justificaron estas acciones –ya ni se diga los múltiples episodios similares en el historial imperialista de EU– Washington se sigue designando el evaluador de los derechos humanos en otros países. Cuba, por supuesto, aparece como perpetuo favorito en la lista de los que no cumplen con sus estándares.

Desde el triunfo de la Revolución cubana en 1959, EU usado todo los métodos para derrocar al gobierno revolucionario. En un documento secreto, ahora desclasificado (https://bit.ly/40xmbQK), del Departamento de Estado, se lamenta la popularidad y el apoyo que Fidel Castro tenía del pueblo cubano. Escrito el 6 de abril de 1960 por Lester Mallory, el texto indica que la única forma de minar este apoyo es mediante la desilusión y el desencanto basados en un descontento y dificultad económicos. Habría entonces que “adoptar toda medida posible para una pronta debilitación de la vida económica cubana […] negando a Cuba dinero y suministros, para reducir ingresos y salarios reales, y causar hambre, desesperación y derrocamiento del gobierno”.

A más de seis décadas, la estrategia de EU hacia la isla sigue esta lógica. Es una política que, además de inmoral, es ilegal, primero por su carácter extraterritorial, segundo porque impone un castigo colectivo al pueblo cubano y tercero porque viola el derecho de autodeterminación consagrado en la Declaración Universal de Derechos Humanos de las Naciones Unidas.

Las sanciones de Washington a Cuba no sólo prohíben intercambio entre los dos países, establecen una extensa y compleja red que impide que otras naciones tengan relaciones comerciales con la isla. Subsidiarias de empresas estadunidenses en otros países no pueden exportar a Cuba. Barcos –sean o no estadunidenses– tienen prohibido desembarcar en EU si en su viaje también desembarcan en Cuba. Se prohíbe que otros países puedan exportar a Cuba productos que contengan 20 por ciento de componentes estadunidenses; si éstos contienen 10 por ciento, las compañías tienen que solicitar una licencia especial. El Departamento del Tesorería y Comercio con frecuencia niega los permisos, tarda tanto en responder o interpone tantos obstáculos que muchas compañías se ven con pocas ganas de hacer el trámite.

Estas medidas incluyen medicinas y equipo médico. En 1997 la Asociación Americana de Salud Mundial publicó un estudio con numerosos ejemplos. Estos incluyen empresas que se negaron a venderle a Cuba equipo de rayos X, mesas quirúrgicas, y respiradores porque 20 por ciento de sus componentes eran de origen estadunidense. Una compañía italiana no pudo vender a Cuba plaquetas necesarias para evaluar a pacientes de cáncer porque la tira metálica que contenían era hecha en Texas; a una firma canadiense se le negó el permiso de venderle partes para reparar máquinas de rayos X usadas en hospitales rurales y centros de maternidad y pediátricos; a una subsidiaria alemana de Pfizer se le negó el permiso de venderle medio kilo de un ingrediente necesario para producir un medicamento de tratamiento de cáncer de mama.

Esto, a pesar de que, como señala el mismo reporte, la prohibición de medicinas, aún en tiempos de guerra, es una violación de números convenios y estatutos internacionales incluyendo los de la ONU, la OEA y de la Convención de Ginebra.

En un artículo en la revista Jacobin publicado el año pasado y titulado El bloqueo estadunidense contra Cuba es un acto de guerra, la historiadora Helen Yaffe recuerda que las sanciones de EU e Inglaterra hacía Irak durante los 1990 causaron la muerte de medio millón de niños –más de 150 al día. Esta devastación no se ha dado en Cuba, escribe Yaffe, gracias a su sistema de salud socialista que prioriza recursos de atención primaria y preventiva a todos sus ciudadanos.

La semana pasada el secretario de Estado, Antony Blinken, descartó que EU sacara a Cuba de la lista de países que patrocinan el terrorismo. Esta designación le fue dada originalmente por la administración Reagan, fue abrogada con Obama, y fue reinstaurada por Trump. Es una designación que hace infinitamente más complicada toda operación financiera ya que cualquier banco en cualquier parte del mundo pudiera ser sometido a severas sanciones si procesa transacciones de la isla.

Así, bajo la hegemonía del país que el líder de derechos civiles afroestadunidenses Martin Luther King caracterizó como el mayor proveedor de violencia en el mundo. King hizo esta caracterización en 1967, hace varias invasiones, hace varias guerras y hace varias instancias de apoyo estadunidense a una interminable lista de gobiernos autoritarios y represores. Sin embargo, EU sigue pensando que tiene la autoridad moral para evaluar los derechos humanos en otras partes del mundo.

*Profesora-investigadora del Instituto Tecnológico de Massachusetts. Autora del libro Unintended Lessons of Revolution, una historia de las normales rurales.