INE: fin de ciclo lorencista // Largo control faccioso // Simulación democrática // La versión del caos
l próximo lunes habrá de funcionar el Instituto Nacional Electoral (INE) con una lógica de poder distinta a la implantada durante nueve años por Lorenzo Córdova (quien ya había estado como consejero del Instituto Federal Electoral de diciembre de 2011 a enero de 2014), Ciro Murayama y Edmundo Jacobo Molina como recientes figuras continuistas del control político faccioso desarrollado durante décadas a partir de un diseño de autonomía
concebido por Carlos Salinas de Gortari.
Un control faccioso que de manera calculada abrió las puertas a personajes relativamente identificados con la izquierda institucionalizada, a representantes de los partidos opositores al dominio alternado del PRI y del PAN, a activistas de la sociedad civil
y a apenas disfrazados operadores turbios de instrucciones de los poderes desplazados.
Más allá de la buena voluntad y la honestidad de algunos de los participantes en esas plantillas del poder electoral, el resultado fue el buscado: la simulación de una democracia insostenible en cuanto se observan los pliegues del financiamiento irregular y delictivo de los procesos electorales y las marrullerías tecnificadas que quedan lejos de la supervisión real de los ciudadanos que hacen las elecciones
unas horas dominicales, mientras el aparato electoral ejecuta las suertes que quedan ocultas a la generalidad de los votantes.
Y no, no tiene sustento la versión que impulsa el lorencismo en busca de avalar su plenitud democrática
a partir de las elecciones de 2018, cuando los resultados y la falta de conflicto fueron determinados por la histórica avalancha de votos en favor de López Obrador y de la virtual declinación combativa del PRI manejado por Enrique Peña Nieto, que significativamente goza hasta ahora de buen trato mañanero e impunidad absoluta.
Confrontado con el poder presidencial morenista, que a su vez busca instalar sus propios mecanismos de control faccioso, el grupo encabezado por Córdova, Murayama y Jacobo se ha batido en abierto plan de contrincantes, que no de árbitros
, sobre todo en los meses recientes, cuando han utilizado una discursiva apocalíptica del futuro sin ellos y abiertamente han buscado apoyos del extranjero y del partidismo nacional para confrontar a la dictadura
que les ha ganado legal y políticamente hasta ahora.
A la hora de redactar la presente columna se apuntaba la posibilidad de que en las primeras horas del viernes quedasen nombrados los cuatro nuevos consejeros, que relevarán a Córdova, Murayama, Adriana Favela y Roberto Ruiz Saldaña. De no haber la votación suficiente para elegir a los relevos en la Cámara de Diputados, se abriría paso a la insaculación, para que la suerte decida nombres, e incluso presidencia del Consejo General del INE, a partir de sendas listas que incluyen a buen número de aspirantes identificados con la llamada Cuarta Transformación.
Lo que viene, a partir de este lunes, es un proceso de realineamiento de fuerzas internas, de despeje de inercias y compromisos del lorencismo y de seducción morenista rumbo a 2024, frente a la acometida opositora que busca desacreditar un proceso de cambio que incluye la indagación (que puede desembocar en procesos administrativos y penales) al secretario ejecutivo, Jacobo Molina, por irregularidades en la creación de plazas y estructuras operativas mediante acuerdos onerosos y sin justificación técnica (entrevista con el diputado Hamlet Almaguer: https://bit.ly/41762C7).
No es alentadora para la oposición al obradorismo la nueva conformación de una de las dos áreas del poder electoral (la otra es el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, donde también se requieren sacudimientos en serio). Por ello es que con toda oportunidad, el lorencismo ha tratado de instalar la versión del caos, del fraude inminente, del colapso de una presunta torre de virtudes autoproclamadas. ¡Adiós al ciclo encabezado (uf) por Lorenzo, Ciro y Edmundo! ¡Hasta el próximo lunes!
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