Primer caso desde la guerra fría
Gershkovich, de 31 años, visitó zona que alberga una fábrica de tanques de guerra
Viernes 31 de marzo de 2023, p. 31
Moscú. Acusado de espionaje en favor del gobierno de Estados Unidos, el FSB (siglas del Servicio Federal de Seguridad, sucesor del KGB soviético) informó ayer que detuvo a Evan Gershkovich, corresponsal en Moscú del diario The Wall Street Journal (WSJ).
Con esto se rompe el tácito entendimiento de que los corresponsales de medios de otros países acreditados ante la cancillería rusa –la instancia gubernamental que autoriza o no desempeñar las labores profesionales de los periodistas extranjeros en este país–, podían ser expulsados o denegarse la renovación de su acreditación, pero gozaban de una cierta inmunidad, en el sentido de no imputarles penas de cárcel.
Gershkovich, ciudadano estadunidense de 31 años, quien desde hace seis años trabajaba en la capital rusa, ahora para el WSJ y antes para la agencia France Pressey The Moscow Times, podría ser condenado a 20 años de privación de libertad por intentar recabar, presuntamente, información secreta, por lo cual el FSB lo arrestó la noche del miércoles al salir del restaurante Bukowski Grill en Yekaterimburgo, Siberia.
Cobertura en Siberia
El periódico, preocupado por el estado de su corresponsal, niega su implicación en actividades de espionaje y afirma que había viajado a Siberia para hacer reportajes sobre la actitud de los habitantes de la tercera ciudad más grande de Rusia, después de Moscú y San Petersburgo, acerca de la operación militar especial
de Rusia en Ucrania y el papel que desempeña en ella el grupo de mercenarios Wagner.
Gershkovich ya se encuentra en la prisión de alta seguridad de Lefortovo en Moscú, después de que una corte del mismo distrito le impuso ayer dos meses de prisión preventiva, en sesión a puerta cerrada en la que no se permitió la entrada a la sala de su abogado, Danil Berman, según reportó la agencia noticiosa Sputnik.
Mediante un comunicado, que no precisa las causas de la detención, el FSB se limita a decir que “frustró las actividades ilegales del corresponsal en Moscú del periódico estadunidense The Wall Street Journal, Evan Gershkovich, ciudadano estadunidense sospechoso de espionaje en interés del gobierno de Estados Unidos”.
Según su escueta versión, el periodista por encargo de la parte estadunidense, estaba recabando información catalogada como secreto de Estado sobre una compañía rusa del sector de la defensa
y, por ese motivo, se abrió una causa penal en su contra por espionaje
, delito que el código penal ruso castiga con entre 10 y 20 años de cárcel.
Colegas del detenido comentan que su arresto pudiera guardar relación con la reciente visita que realizó también a la ciudad de Nizhny Taguil, donde está la sede del consorcio de la industria militar Uralvagonavod, fabricante de los famosos tanques Armata, los más modernos del ejército ruso, que todavía no han sido vistos en los campos de batalla en Ucrania.
El vocero del Kremlin, Dimitri Peskov, indicó que hasta dónde sé, lo agarraron (a Gershkovich) con las manos en la masa
, mientras María Zajarova, directora de información y prensa de la cancillería rusa, comentó: “Lamentablemente, no es la primera vez que se utiliza el estatus de ‘corresponsal extranjero’, la visa de periodista y la acreditación para encubrir actividades que nada tienen que ver con el periodismo. No es el primer caso de occidental detenido in fraganti”.
El anterior caso de un comunicador acusado de espionaje data de la época soviética, en septiembre de 1986, con la detención de Nicholas Daniloff, corresponsal del semanario US News & World Report, tres días después del arresto en Nueva York de Guennadi Zajarov, empleado de la misión soviética ante Naciones Unidas. Tres semanas más tarde ambos quedaron en libertad sin cargos en un intercambio que incluyó también el permiso para salir de la Unión Soviética del disidente Yuri Orlov.
Quienes siguen de cerca este tipo de historias, no excluyen que Gershkovich, así como Paul Whelan y/o Marc Fogel, quienes cumplencondenas en cárceles rusas, el primero por espionaje y el segundo por contrabando de narcóticos, puedan formar parte de un canje con presuntos agentes rusos caídos en desgracia como, por ejemplo, Maria Meyer y Ludwig Gisch, detenidos hace poco en Liubliana, Eslovenia, acusados de ser espías y ciudadanos rusos con pasaporte argentino falso, de acuerdo con Tanja Fajon, la canciller de este país de la antigua Yugoslavia.