Sin mediar pregunta en su conferencia, el presidente Andrés Manuel López Obrador deslizó: “Estaba yo viendo una película, un churro en contra nuestra, pero para consumo de los conservadores; le va a ir muy bien a la película…” Se refería al nuevo filme ¡Que viva México!, con cuyo director, Luis Estrada, confió, tengo problemas desde la cinta El Infierno, por introducir visiones racistas contra los indígenas de Oaxaca.

El mandatario aludió al tema como parte de críticas irónicas contra quienes se presentan bajo la percepción de progresistas, “cineastas buena onditas, progres buena onditas”.

–¿Ya la vio?

–No. Pero es para consumo de los conservadores, y les va a ir bien, les va a ir bien.

Explicó sus diferencias con Estrada: “Me pareció clasista y racista, porque hay una escena donde manda a uno de los capos a buscar a los asesinos más desalmados, a sicarios, ‘a ver, vamos a traer –porque están enfrentados entre grupos–, vamos a traer a asesinos más desalmados, a sicarios’, y entonces resulta que los que llegan son indígenas”.

Para López Obrador en esa película se estigmatiza a los zapotecos de Oaxaca. Eso es abominable, eso no es conocer la realidad de los pueblos indígenas. En Oaxaca no hay esos instintos asesinos, menos en las comunidades indígenas.

A partir de introducir estos elementos en sus películas, el Ejecutivo afirmó que este director falsea la realidad, o sea, para quedar bien con los conservadores. Y les va a ir bien, les va a ir bien, nada más que pues ya enseñaron el cobre, ¿no?, eso es algo que está sucediendo con nuestro movimiento, que ya no hay justo medio. Como decía Juan Álvarez, esta ancheta es muy angosta; no hay ni para dónde hacerse, entonces ya es o con el pueblo y la transformación, con la verdadera democracia, o con la oligarquía, los clasistas, racistas, y corruptos.