os satélites espaciales que monitorean el planeta, localizan desde hace 10 años una enorme mancha que forman miles de toneladas de sargazo. El lugar: un espacio del océano Atlántico que parte de África y concluye en el Golfo de México y el gran Caribe. También permiten conocer su desplazamiento y calcular lo más exactamente posible su llegada al litoral de Quintana Roo y Yucatán. En Estados Unidos, al de Florida. Todo ese proceso lo detectaron oportunamente este año. Pero en vez de llegar la mancha en mayo, lo hizo el mes pasado a las playas de Cancún, Puerto Morelos, Playa del Carmen y Tulum, por ejemplo. Y en cantidades que no tenían previsto las instancias oficiales, los empresarios, los científicos y la población del principal polo turístico del país.
El sargazo está de vuelta y en cantidades enormes. El año pasado fueron unas 55 mil toneladas. En el actual superará esa cifra y no existe la capacidad técnica y humana para detenerlo mar adentro; ni para recogerlo sin afectar el ecosistema costero y después depositarlo en sitios adecuados. Tampoco hay alternativas para convertir el alga en un bien económico. La semana pasada eran pocas las playas limpias de sargazo en Quintana Roo. Un informe oficial destaca que de 80 playas monitoreadas, apenas cinco no lo tienen y las pueden disfrutar los turistas que gustan adentrarse en el agua marina. Agrego que, al descomponerse por los rayos del sol, el sargazo se trasforma en peligro para la salud humana, pues genera sulfuro de hidrógeno. También para los ecosistemas costeros, los corales, los humedales, manglares y varias especies en peligro de extinción, como las tortugas. El azul turquesa de nuestro mar Caribe y es el principal atractivo para el turismo, desaparece por la turbiedad del agua.
Cumplo 10 años de analizar en este espacio los problemas que ocasiona el alga. Nuestro diario publicó también ya dos números de La Jornada Ecológica en los cuales especialistas de los centros de investigación más importantes del país analizan los retos para lograr que el sargazo impacte lo menos posible la vida social, económica y el ambiente del litoral mexicano y el de los demás países que forman el gran Caribe. Me refiero, entre otros, al Instituto de Ciencias del Mar y Limonología, de la UNAM, y su unidad en Puerto Morelos; al Centro de Investigación Científica y de Educación Superior de Ensenada (Cicese); a las universidades de Yucatán, Quintana Roo, Campeche y Veracruz. En Estados Unidos, las de Florida y la Administración Nacional de Oceanografía y Atmósfera. Además de profundizar en por qué hay un mayor arribo debido a las corrientes marinas, el cambio climático y el aumento del inmenso mar del sargazo (3.5 millones de kilómetros cuadrados)por recibir más nutrientes, los especialistas insisten en la urgencia de convertir el alga en un bien que genere empleo e insumo para elaborar, por ejemplo, combustible, alimento para animales o materiales de construcción. Sin embargo, las acciones para lograrlo no se concretan.
Precisamente hoy se puede consultar en Internet La Jornada Ecológica, la primera de dos con los más recientes datos sobre el sargazo. 44 especialistas de 21 instituciones de investigacion del país y Estados Unidos, abordan 18 temas que ayudan a entender mejor la dimensión del grave problema. Desde el monitoreo vía satélites, el papel y efecto del alga en la ecología oceánica; de dónde viene y adónde llega. También las casi nulas posibilidades que tienen los ecosistemas naturales de recuperarse, la falta de tecnologías para manejar el alga e incorporarla a nuestra economía. Estos dos suplementos son otra prueba de que los recursos destinados a la investigación, pese a no ser suficientes, rinden frutos. También ejemplo de eficiencia que debían seguir los demás actores involucrados en la solución del problema. Mas la ciencia está lejos de tener el panorama completo del comportamiento del alga.
Lo peor ocurrirá los próximos meses: una enorme mancha que se extiende sobre 8 mil kilómetros y pesa más de 10 millones de toneladas de sargazo, se desplaza hacia nuestras costas y las del sur de Estados Unidos. Y no estamos preparados para evitar sus efectos nocivos.
Para Carlos Payán, siempre al lado de los defensores del medio ambiente. Y que suelen ser descalificados desde el poder.