Opinión
Ver día anteriorLunes 20 de marzo de 2023Ver día siguienteEdiciones anteriores
Servicio Sindicado RSS
Dixio
 
Aprender a morir

Redefinir la solvencia

G

raciela, una lectora, advierte: Depositar nuestra espiritualidad en manos de una religión es tan absurdo como confiar nuestra salud en manos de médicos. En ambos casos se requiere de una responsabilidad personal, más que de inciertos prestigios institucionales y profesionales. Eugenio, profesor universitario, pregunta: Ante el mal humor, agotamiento, intolerancia, desánimo, depresión, burocracia, protagonismos, ladrones, impunidad, acaparadores, aumento irracional de precios, inseguridad, abusos de autoridad, programaciones estúpidas en los medios audiovisuales, etcétera, ¿cómo mantener o reconstruir el ánimo?, ¿cómo persuadirnos de que podemos disfrutar en medio de la irracionalidad de esta vertiginosa carrera hacia la autodestrucción?

Guillermo, otro lector, responde: “¿Te sientes tentado a dejarte ganar por la depresión porque el desempleo cunde a tu alrededor? ¿Corres el riesgo de abatirte por deudas que quizá no puedas pagar? ¿Te agobian las constantes alzas de precios que compruebas y padeces cada vez que compras el mandado? “No se trata de resignarnos a la carencia –añade– sino de redefinir la solvencia. No estoy sugiriendo conformismo, resignación ni abandono, sino todo lo contrario. Se trata de adoptar formas de vida más imaginativas y menos condicionadas; formas y hábitos de vida creados por ti, para ti y los tuyos, no formas dictadas e impuestas por no sabes quién, pero definitivamente sin pensar en tu beneficio sino en el de quien dicta e impone esas formas de vida que casi nos convence de que son ‘normales’. Nos toca enfrentar tiempos difíciles, en muchos sentidos inimaginados. No es novedad ni vale la pena compararlos con los pasados o inciertos futuros. Son momentos de revisar, rediseñar, desechar y reconstruirlo todo: estilo de vida, lazos familiares, amorosos, amistosos, laborales y sociales a partir de grabar en nuestro cerebro y en nuestro corazón que no se trata de resignarnos a las carencias, sino de redefinir nuestra solvencia, concluye . Levante la mano quien conozca a alguien que haya salido vivo de este mundo, preguntó el profesor, para añadir: Es imposible evitar lo inevitable, así que mejor aprovechar nuestra vida con los ojos abiertos y el corazón bien ­dispuesto.

Gracias, Carlos Payán, por haber sabido actuar con gran apertura y generosa disposición a hacer de nuestro país un lugar más digno para la mayoría.