Iniciativa de paz
a iniciativa de paz presentada por China al cumplirse el primer aniversario de la guerra entre Rusia y Ucrania y detallada en 12 puntos no contiene fórmulas mágicas para detener el derramamiento de sangre, pero pone sobre la mesa lo principal en estos momentos: exhorta a las partes beligerantes a declarar un alto el fuego y a sentarse a negociar una solución política de sus controversias.
No propone condiciones previas ni toma partido por ninguno de los países enfrentados, al tiempo que se ha vuelto un ejercicio estéril calcular cuántos de esos puntos benefician más a Rusia o a Ucrania, cuando en realidad la paz podrá lograrse sólo si se cumplen todos. Tanto Moscú como Kiev, teniendo en mente únicamente los aspectos que más les convienen, consideran que la iniciativa merece ser estudiada con atención y la aceptarían sólo si la contraparte renuncia a sus propias reivindicaciones.
Lo que China plantea, visto desde Rusia y Ucrania, es incompatible. Por ejemplo, respetar la integridad territorial de los estados
es lo que demanda Kiev y no se compagina con la anexión de cuatro regiones en septiembre anterior por parte de Moscú, de igual manera que tomar en cuenta los intereses legítimos de seguridad de cada Estado y la imposibilidad de reforzar la seguridad propia en detrimento de la de otros
es lo que argumenta Rusia al oponerse a la intención de Ucrania de ingresar a la OTAN, así como la expansión de la alianza noratlántica hacia sus fronteras mismas, la enésima afrenta con la ya inminente adhesión de Finlandia, aun antes que Suecia.
Sin embargo, planteado desde Pekín, es válido no sólo para la guerra que se libra ahora, sino es una suerte de catálogo de principios fundamentales para alcanzar la paz en cualquier conflicto armado, y los ejemplos del párrafo anterior también se pueden leer como un demanda china respecto a su contencioso con Taiwán y el amplio apoyo que presta Estados Unidos a la isla.
Redactada la iniciativa con la milenaria paciencia oriental y el pragmatismo de su gobierno, China no espera milagros, consciente de que Rusia y Ucrania no van a negociar el fin de las hostilidades hasta que la balanza se incline en los campos de batalla hacia el lado de uno de los contendientes, quizás después de las sendas ofensivas que se preparan para esta primavera.