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Un año de muerte y mentiras
Un año de la operación militar especial de Rusia en Ucrania
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l 24 de febrero se cumple un año desde que Rusia tuvo que comenzar la operación militar especial en el territorio de Ucrania para detener el exterminio sistemático de la población rusohablante del Donbás, desmilitarizar y desnazificar el país. En este sentido, es importante recordar las razones que la hicieron inevitable. La crisis interior en Ucrania no comenzó hace un año, sino en 2014, cuando a raíz de un golpe de Estado respaldado por los países de la OTAN, en aquel país llegaron al poder las fuerzas ultranacionalistas. El odio a todo lo ruso, así como la glorificación de los cómplices de Hitler, en particular Stepan Bandera, fueron elevados al rango de ideología estatal. Los golpistas anunciaron sus planes prioritarios: prohibir el uso del idioma ruso, reprimir a la población rusohablante y desplegar en el territorio del país la infraestructura militar de la OTAN.

En unos meses, los grupos neonazis encubiertos por las autoridades hundieron en sangre a la gente que se manifestó en contra de este nuevo orden. Para siempre entró a la historia la página negra de lo ocurrido el 2 de mayo de 2014 en la ciudad de Odesa, donde los neonazis quemaron vivas a 48 personas en la Casa de los Sindicatos. No hace falta mencionar que los países occidentales no manifestaron ningún interés hacia esa tragedia, así como los múltiples crímenes de guerra que cometía y sigue cometiendo el régimen de Kiev.

Las regiones étnicamente rusas percibieron tales acontecimientos como una amenaza a su sobrevivencia. Primero, Crimea se negó a reconocer el dictado de los golpistas y organizó un referéndum de independencia. Luego, estalló un conflicto en el Donbás. En respuesta, Kiev acusó a los habitantes del este de terrorismo y lanzó contra ellos al ejército regular y batallones neonazis.

Para poner fin a la guerra civil en Ucrania, en febrero de 2015, con mediación internacional, se firmaron los Acuerdos de Minsk, aprobados por la Resolución 2202 del Consejo de Seguridad de la ONU, que se convirtieron en la base para el arreglo de la crisis ucrania. Sin embargo, durante los ocho años siguientes, Kiev saboteaba la implementación de sus obligaciones con consentimiento tácito de los copatrocinadores occidentales del proceso de Minsk –Alemania y Francia–. En diciembre de 2022, la ex canciller alemana Angela Merkel y el ex presidente de Francia François Hollande reconocieron cínicamente que los Acuerdos de Minsk no fueron nada más que una herramienta para ganar tiempo con el fin de armar al ejército ucranio y prepararlo para apoderarse del Donbás por la fuerza.

El presidente Volodymir Zelensky, quien llegó al poder en Ucrania en 2019, siguió saboteando los Acuerdos de Minsk. En agosto del 2021, él llamó a los ciudadanos ucranios que se sentían rusos a que se fuesen a Rusia. En noviembre de 2021, en una entrevista dijo que en el Donbás no hay personas sino especies. A principios de 2022, en la Conferencia de Munich, Zelensky anunció sus pretensiones de obtener armas nucleares y los representantes occidentales lo aplaudieron. Él terminó el trabajo de constituir en Ucrania una dictadura totalitaria. Los medios de comunicación y partidos de oposición están prohibidos y los opositores están encarcelados o asesinados. Las violaciones a los derechos humanos tienen carácter total. Las libertades de expresión, de prensa, de conciencia y el uso del idioma natal ya no existen en Ucrania. De tal modo, Estados Unidos realizó en Ucrania el guion que había utilizado antes en muchos países latinoamericanos, apoyando a su títere según su principio favorito: es un canalla, pero es un canalla nuestro. Desde los 90, Estados Unidos y la OTAN militarizaban a Ucrania, desplegaban en su territorio sus aparatos militares y biológicos, generaban adeptos de la ideología neonazi capaces de cumplir ciegamente cualquier orden de los patrocinadores occidentales. Al mismo tiempo, los habitantes del Donbás durante años tuvieron que sobrevivir a los bombardeos diarios y un bloqueo económico y energético que impuso contra ellos el régimen de Kiev.

Al agotarse todas las posibilidades de arreglar esta situación intolerable, a finales de 2021, Rusia presentó a los socios occidentales las propuestas de acordar conjuntamente las garantías mutuas de seguridad en Europa y para prevenir la expansión de la OTAN hacia el este, que constituye una amenaza a la seguridad nacional de Rusia. Estas propuestas fueron rechazadas. Entonces, no dejaron a Rusia otra opción que reconocer en febrero de 2022 la independencia de la repúblicas populares de Donietsk y de Lugansk, y el 24 de febrero de 2022 comenzar una operación militar especial, de conformidad con el párrafo 7 del artículo 51 de la Carta de la ONU, con el fin de proteger a los habitantes del Donbás del exterminio, así como eliminar las amenazas a la seguridad de Rusia.

* Embajador de Rusia en México