Política
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Nosotros ya no somos los mismos

Entre Abel Quezada y su concuño Alberto Isaac // Pugna por el Canal 13 // Había un intocable

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▲ Alberto Isaac, fallecido en 1998, quien dirigió una adaptación de Las batallas en el desierto bajo el título Mariana, Mariana.Foto Festival Internacional de Cine de Guadalajara
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stos primeros renglones, que se pensaban tan sólo como una apretadísima síntesis o sinopsis de lo tratado la pasada semana, se transforman gracias, gracias y gracias a la atingencia, memoria y, obviamente amistad de sexenios, con don Carlos Fernando de Landero y Molina (o algo parecido), en una acojonante y sentida disculpa por un error sin atenuante que cometí ante ustedes la semana anterior: equivoqué o, mejor dicho, suplanté el nombre del excepcional caricaturista Abel Quezada por el de su concuño Alberto Isaac, (sus respectivas esposas, Lucero y Yolanda, eran las hermanitas Cuevas). Isaac también fue caricaturista, además de nadador internacional y realizador cinematográfico bastante bien reconocido, pienso yo que con justicia, tanto por las audiencias como por los críticos del momento. También por un breve periodo fungió como director del Instituto de Cinematografía. Ojalá hubiera investigadores interesados en definir en qué momentos y bajo qué funcionarios responsables se desposeyó al Estado de todas las instancias que integran esta gran industria. Pero obviamente este no es el momento de tratar esa etapa trágica y mejor démosle mate a este sencillo relato que es un pequeño resquicio para conocer acontecimientos ocultos de un pasado nada lejano.

Nos quedamos en que, a mi intempestiva y abierta petición de ser nombrado director del Canal 13, el presidente me respondió con una rotunda carcajada. Ustedes comprenderán el baño de agua helada que experimenté en ese momento y con ello, la confusión mental de saber cuál debía era la reacción natural, correcta, honorable ante un hecho tan inusitado. Afortunadamente no tuve tiempo para la opción, el presidente dejó de reír y me dijo: Entiendo que estés atufado, pero déjame contarte: Yo no soy un hombre que acepte que los sucesos, sobre todo los negativos, sean fortuitos; sin embargo, de que se dan se dan. Y tan se dan que estamos viviendo uno que motivó este ataque de risa que notoriamente te ha desconcertado. Viste salir hace un momento a Jorge Díaz Serrano, un muy viejo amigo, acompañado por el genial Abel Quezada. Pues el motivo de su visita fue precisamente el mismo que el tuyo: solicitarme, encarecidamente, que considerara a Abel para que se hiciera cargo del canal. Me expuso las múltiples y espontáneas reacciones de complacencia y apoyo que en los más diversos sectores sociales provocaría una decisión como esta: el nombramiento de un mexicano como Abel sería la mejor señal que se podía dar sobre el estilo personal de gobernar que campearía en el sexenio que se iniciaba. Abel tenía bien ganada reputación de hombre independiente, crítico y de una pieza. El reciente problema Scherer/ Proceso lo había demostrado. Interrumpí a Jorge –agregó el presidente– y le dije: No necesitas más argumentos para convencerme. Hasta parece que a quien debes convencer es a Abel. Éste sólo agregó: en mi vida he tenido algunas líneas de comportamiento a las que he procurado no fallar: cuando me aboco a un trabajo, no tengo ojos para ningún otro proyecto: soy obsesivo total. Jamás he enfrentado ninguna opinión que haya cuestionado mi honorabilidad y, finalmente, la lealtad es compromiso de vida. Me puse en pie –concluyó su crónica el presidente– los despedí y entraste tú… pero ni opines, ya tengo la solución: Ahorita mismo te comunicas con Abel y le informas que hoy, cuando ellos salieron, te nombré subdirector del canal y que te pones a sus órdenes desde ya. Creo que de este enredo podrán surgir muy buenas opciones.

Sobre el momento de la presentación de Abel Quezada como nuevo jerarco del 13 hay versiones diferentes. Ahora no importan. Lo único definitivo fue su discurso. Al menos yo no recuerdo nada semejante. Expresó opiniones tales del gobierno echeverrista que, según Cambio Digital (marzo 21 del 22) obligó al presidente López Portillo a declarar: “Tomé la decisión de removerlo (obviamente al nonato director del Canal 13), pues no puedo tolerar que mis colaboradores ataquen a Luis y menos en público y haciendo chacota. Instruí al secretario de Gobernación para que proteja el prestigio de Luis como ex presidente de la República.

Un hecho es totalmente cierto: ni Abel ni el abajo firmante conocieron su oficina.

Twitter: @ortiztejeda