Opinión
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Isocronías

Una confesión

N

o es que uno quiera ser poeta, le dije a un amigo, es que te orillan a ello. La poesía es lo único que a uno le queda antes de la muerte. Y en eso estamos. Somos los muertos que hablamos –desde la muerte. Y tus amigos, que por supuesto no son tus amigos, amigo, le dije, hacen eso contigo, orillarte a que digas en poesía lo que no puedes de otro modo decir. No sabes, le dije a mi amigo, cómo pueden o cómo no pueden entenderte. Y entonces hablas en poesía, que es, al fin y al cabo, la única manera de hablar. Todo lo demás es falso.

¿Tú crees que yo quiero ser poeta? Por supuesto que no. Pero tengo que serlo. Y no para que me entiendan, sino para que, si pueden, entiendan que no, que nunca, han entendido nada. ¿Qué no se dan cuenta de que sufro? ¿Y de que porque sufro hablo? ¿Qué no se dan cuenta de que sufren? ¿Y de que porque sufren para ellos hablo?

No, no se dan cuenta, pero de aquí en adelante sí. No puede ni podría ser de otro modo. De aquí en adelante se preocuparán por la escritura, por toda la escritura, porque toda la escritura, la firme o no la firme sor Juana, Dylan Thomas o Nezahualcóyotl, es una respiración que pide ayuda. Que dice no sé si me escuchas, no sé si te escuchas, no sé si te das cuenta de que estoy contigo y de que quizá no estás conmigo. No sé si te das cuenta de que yo te abrazo, no te aplaudo. De que me has hecho feliz con haber nacido.

Bueno, ya dije el secreto. Uno no es poeta porque quiera ser poeta, eso ni quién lo piense, sino porque no le queda de otra. Ser poeta es lo peor que a nadie le puede pasar, y a mí me pasa, y no me pesa. Es mi destino, hablar para que nadie me entienda. Hablar para que todo mundo entienda que nadie entiende nada.

Pero debo llenar el espacio que, gracias, se me asigna. Debo decir que qué hermosura es tener palabras que nada dicen sino sólo palabras, debo decir que estas palabras, que no son sino palabras, los abrazan, los quieren, los aman; no son ni poesía ni periodismo, son, y nada más, verdad.

Y de todos modos tengo que decir algo más: que los quiero, que cuando yo me muera, que ha sido siempre, estaré feliz de haberlos, así sea de lejos, conocido.