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Luis Javier Garrido: AMLO y el poder en resistencia
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l pasado 25 de enero en su conferencia matinal, Andrés Manuel López Obrador recordó al imprescindible intelectual Luis Javier Garrido. La remembranza se dio en un momento en que se destacaba el papel de los académicos en el debate público. El Presidente enfatizó cómo ese notable maestro universitario era apodado El Antipristo por su lúcida impugnación al autoritarismo del PRI, partido sobre el cual Garrido realizó la más importante investigación académica… cuando opinar críticamente al respecto sí era un riesgo.

Coincidencias de la vida, AMLO recordó al insigne Luis Javier Aguerrido en fines de enero, precisamente cuando estaba a punto de cumplirse el undécimo aniversario de su fallecimiento, el 2 de febrero de 2012, en un momento en que desde su condición de analista político, tenía en el tintero algunas reflexiones que se deben recordar, por su rol premonitorio.

El 14 de octubre de 2011, en un contundente artículo en La Jornada titulado El desplegado, Garrido hizo una crítica frontal contra un documento publicado poco antes, firmado por políticos e ideólogos, que se pronunciaron con miras a 2012 por una reforma constitucional en aras de un gobierno de coalición que, como quintaesencia de un supuesto pluralismo, dotara al país de gobernabilidad y saltara los obstáculos de la fragmentación parlamentaria. Firmaron el documento personajes de diversos partidos, encabezados por Beltrones, Creel o Labastida; y personas como Lorenzo Córdova o Federico Reyes Heroles.

La crítica de Garrido apuntó a que esa propuesta de pluralismo era en realidad un intento de institucionalizar el autoritarismo, al imponer coaliciones y alianzas partidistas forzadas, y construir un régimen que, con la excusa del parlamentarismo, permitiera la permanencia en espacios de poder a personajes sin posibilidad de ganar la elección de 2012. Garrido no sólo acertó, sino que anticipó algo: la consolidación de una unión entre tres cúpulas partidarias.

Poco después vendrían hechos que confirmaron esa previsión, como la firma multipartidista del Pacto por México y, años más tarde, la integración abierta del PRI-PAN-PRD. De acuerdo con Garrido, el eje rector de esa unión nunca sería el deseo de construir un gobierno de coalición, sino más bien la obnubilación que les causa López Obrador como representante de diversas fuerzas populares.

El pronóstico de Garrido sigue vigente. Mediante la retórica de fetichizar los contrapesos y la oposición a una inexistente deriva autoritaria, la articulación del PRIANRD es un hecho, y su discurso contra el populismo autoritario es secundado, de manera irresponsable, incluso por árbitros electorales obligados a mantenerse al margen de esas disputas ideológicas. Muchos de los abajofirmantes que hoy legitiman este maniqueísmo en su momento firmaron aquel desplegado de 2011.

El análisis certero de Garrido provino siempre de su acuciosidad, su enciclopedismo, su memoria histórica, su rigor y su lucidez como académico. Pero también de entreverar esas virtudes con la indignación y las pasiones justas. Un timbre ejemplificador de ello: la obra de Garrido sobre el PRI le ganó el mote de El Antipristo. Su crítica feroz a Salinas implicó que éste exigiera su censura, a lo que el entonces director de La Jornada, Carlos Payán, se negó con dignidad. Y al mismo tiempo que ocurría ello, la obra monumental de Garrido sobre el PRI, el partido de la revolución institucionalizada, era muy leída en las escuelas de cuadros del propio priísmo (desde tiempos de la dirigencia de Adolfo Lugo), porque nadie como él supo desentrañar el devenir histórico de ese partido.

El combate democrático y la valiente indignación de Garrido fueron siempre resultado de su ilustración y de su solidaridad con las mayorías. Por eso era admirado por los de abajo (zapatistas, unamitas movilizados, campesinos de Atenco, obradoristas, de quienes nunca dejó de aprender) y temido y respetado por los de arriba (a quienes nunca dejó de impugnar).

Garrido era un intelectual democrático: sabía seguir a sus seguidores. Sabía aprender de sus alumnos. Sabía leer a sus lectores. En una conferencia en el auditorio Flores Magón en la UNAM, el 19 de mayo de 2006, emitió otra tesis que hoy puede definir al proceso de transformación que vive el país. Ante la pregunta de ¿qué pasaría si ese año AMLO llegara al poder?, Garrido respondió con una precisión, donde señaló que si ganara las elecciones, López Obrador iba a enfrentar una articulación sin precedentes de las derechas, los medios y sus capacidades legales e ilegales, que harían todo para contener un proyecto popular. El de López Obrador sería un gobierno en resistencia contra esa inercia, precisó. Y continuó: Si AMLO gana las elecciones, solamente llegará a la Presidencia. De nosotros depende que ese proyecto de cambio de verdad llegue al poder. Contra la inercia autoritaria de las derechas, y contra las trabas de la transformación, también de nosotros depende recuperar la voz de Garrido, porque, como ayer, es aún como la luz de una llama: al mismo tiempo que ilumina con inteligencia, también brinda calor para la indignación y la esperanza.

*Académico de la Universidad de Hradec Králové, República Checa. Autor del libro Las raíces del Movimiento Regeneración Nacional