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Ser recordado por la gente, un premio que pocos gozamos

Dodgers rinde homenaje a Fernando Valenzuela y retirará el mítico dorsal 34

La novena de Los Ángeles realizó el reconocimiento pese a que el Toro aún no está en el Salón de la Fama

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▲ Fernando Valenzuela durante el partido inaugural de la serie por el Campeonato de la Liga Nacional contra los Cardenales de San Luis, el 9 de octubre de 1985, en Los Ángeles.Foto Ap
 
Periódico La Jornada
Domingo 5 de febrero de 2023, p. a10

Ningún pelotero mexicano ha provocado una euforia como la que desató Fernando Toro Valenzuela en sus mejores años en las Gran-des Ligas. Desde la loma de los Dodgers de Los Ángeles, ese joven sonorense, serio y robusto, que se alisaba los mechones bajo la gorra azul antes de lanzar los tirabuzones, adquirió la dimensión de una celebridad al inicio de los años 80 del siglo pasado. Una moda que generó publicidad, artículos de mercadotecnia y hasta imitaciones televisivas, todo por un jugador cuya marca era el silencio y los bólidos que nacían en la zurda.

El número 34 que portó Valenzuela fue mítico y por fin recibió ayer el reconocimiento de los Dodgers al anunciar que lo retirará como un homenaje en una gran fiesta a celebrarse del 11 al 13 de agosto. Una decisión que no fue sencilla. El equipo de Los Ángeles sólo quita los dorsales de jugadores que han sido elegidos en el Salón de la Fama de Cooperstown, algo de lo que Valenzuela no goza.

En una entrevista que realizó La Jornada con el Toro en noviembre de 2020, con motivo de su candidatura –después confirmada– al Premio Nacional del Deporte en ese año, abordó brevemente el tema de su dorsal en los Dodgers.

Nadie lo ha usado después de mí en el equipo dijo en aquel entonces Valenzuela; para Dodgers hay una política: ingresar en el Salón de la Fama para que se haga ese homenaje. Ya han pasado muchos años para ser elegible y sin embargo no me han votado. Eso no es importante, no tanto como ser recordado por la gente, porque ahí sí tengo un premio que pocos gozamos.

Fernando suele ser de pocas palabras. Amable, pero sin abundar a la hora de contar su vida en el diamante. Sin embargo, no escatima expresiones para agradecer por los años vividos en las Grandes Ligas, sobre todo por la emoción que le produce el cariño de la gente, incluso –dijo– por quienes no tuvieron la fortuna de verlo lanzar.

Ya han pasado más de 40 años desde que debuté y casi 30 de que me fui. Nada se compara con ser recordado, ese sentimiento de verdad que se aprecia, comentó en aquella charla.

Si con lo que hice ayudé para que otros mexicanos llegaran, pues es un orgullo haber contribuido, agregó Valenzuela; lo que siempre les digo a los peloteros jóvenes es que sean pacientes y no se desesperen por jugar. Las Grandes Ligas han cambiado mucho desde entonces y se han dado cuenta que en México hay talento, por eso ofrecen oportunidades. Ahí están los resultados con jóvenes como Julio Urías, también en Dodgers.

Por eso, si el número 34 de la novena de Los Ángeles no era retirado, eso no le parecía tan relevante, para el Toro lo más valioso son los recuerdos vividos y el cariño de la gente en México y Estados Unidos.

Estuve poco más de 10 años en Dodgers y de esos guardo en mi memoria la temporada de 1981, cuando ganamos la Serie Mundial, recordó.

Ese año es una epifanía para Valenzuela y para el beisbol mexicano. El lanzador nacido en Etchohuaquila, Navojoa, en Sonora, había firmado apenas en 1979 con Dodgers. Pero en la temporada de 1981 se reveló como lanzador clave para llegar a la Serie Mundial y vencer a los acérrimos rivales Yanquis de Nueva York en seis juegos.

El Toro ganó en esa temporada sus primeros ocho partidos y consiguió también ocho blanqueadas. Eso le permitió merecer el Cy Young de la Liga Nacional y el premio al Novato del Año.

Ese campeonato fue muy bonito, susurró Valenzuela; también lo es quedar de ejemplo para la niñez y que descubran que el beisbol es un deporte muy generoso.

Una década con los Dodgers que inspiraron a multitudes de jóvenes, sobre todo mexicanos, para aficionarse al beisbol y amar a la novena angelina. Valenzuela dejó al equipo en 1990, justo en la temporada en la que lanzó un juego sin hit ni carrera ante los Cardenales. Una curiosidad, porque fue justo con San Luis donde jugó su última campaña en las Grandes Ligas en 1997.