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Penultimátum

La juventud, el gran desafío de los ayatolas

A

finales de septiembre pasado estallaron en Irán numerosas protestas tras la muerte de Mahsa Amini, mujer kurda de 22 años, luego de ser detenida por la policía religiosa por no cumplir con las reglas del hiyab (velo). Es el desafío más serio para los líderes del país en muchos años. Aunque las autoridades dijeron que Mahsa murió por complicaciones de salud, su familia y decenas de miles de iraníes creen que fue asesinada a golpes por dicha policía.

Mujer, vida, libertad es el principal lema de los manifestantes, un llamado a la igualdad y contra el fundamentalismo religioso. Participan especialmente mujeres que queman sus velos. Las iraníes fueron obligadas a usarlos después de la revolución de 1978. Además, han perdido muchos de sus derechos: a viajar, al trabajo y a la custodia de sus hijos mayores de siete años. Más de 500 manifestantes han muerto por la represión gubernamental.

Lo que sucede desde septiembre muestra el hartazgo de la sociedad iraní ante la corrupción de la élite política, que 25 millones vivan por debajo del umbral de la pobreza y soporten una inflación de más de 50 por ciento, el estancamiento de las conversaciones nucleares y la falta de libertades. Todo ello sembró la desesperanza, especialmente entre la jóvenes.

Ante las protestas, el gobierno anunció la clausura de la policía religiosa. Pero ahorcó ya a cuatro jóvenes acusados del delito de odio contra Dios o de atacar a la policía. Hay 25 que esperan la misma suerte.

Integrantes del deporte también son víctimas del régimen. Por la protesta internacional se salvó de la horca el futbolista Amir Nasr-Azadani. Lo condenaron a 26 años de cárcel. Junto con otras figuras públicas, él exigía restituir sus derechos a las mujeres. El popular rapero Toomaj Salehi se enfrenta a una posible pena de muerte, acusado de corrupción en la tierra. Escritores, directores, productores y artistas del cine han sido encarcelados, como el galardonado Jafar Panahi, o tienen prohibido ejercer su profesión por exigir libertades fundamentales.

Mientras la policía vigila que las mujeres cumplan con la moral impuesta por los ayatolas, la rebasa un grave problema: la película La ley de Teherán, de Saeed Rouastaee, la más taquillera de la historia de Irán y ganadora de varios premios, la cual aborda la creciente adicción a las drogas en dicho país. Pese a que la pena por posesión, cualquiera que sea la cantidad, es la muerte.