Había soslayado un poco la cuestión de la historia del arte; me iba directo a la búsqueda de mis fantasmas, de mis ídolos contemporáneos, y dejaba de lado a los clásicos, explica el artista guanajuatense Jazzamoart en entrevista con La Jornada.Foto Cristina Rodríguez
Jueves 19 de enero de 2023, p. 6
La hechura de libros no es un terreno ignoto para Jazzamoart, seudónimo con el que es mejor conocido el pintor y escultor Francisco Javier Vázquez Estupiñán. Son varios los que ya conforman su nutrida bibliografía, a la que se suma ahora Viaje al fondo de la pintura, en el que seis autores analizan y rinden homenaje a su prolífica trayectoria, entre ellos Carlos Blas Galindo, Francisco Moreno y Sheilla Cohen.
Publicado por La Cabra Ediciones, este bello volumen de arte en edición español-inglés –que será presentado hoy a las 19 horas, en la Sala Manuel M. Ponce del Palacio de Bellas Artes– también es testimonio de la incursión del artista guanajuatense (Irapuato, 1951) en la historia del arte y la particular interpretación que hace del ámbito de la pintura, su devenir y sus personajes, entre ellos de Da Vinci, Rembrandt, Velázquez, Courbert y Goya.
Había soslayado un poco la cuestión de la historia del arte. Por rebeldía, por ignorancia o por pendejo no me había metido mucho en el mundo de lo que realmente es la historia del arte; me iba directo a la búsqueda de mis fantasmas, de mis ídolos contemporáneos, y dejaba de lado a los clásicos: a los renacentistas, por ejemplo; a todos los grandes pintores de la historia
, explica.
“Pero desde hace ya varios años me he dedicado a estudiarlos, tanto en libros y otros textos como en visitas a museos y galerías, además de hacer cuadros de ensayo, de historia y de estudio en los planos técnico, estético y conceptual, con el fin de averiguar por qué los grandes artistas de la historia pintaban de tal o cual forma.
Entonces, siempre he ido al museo o la galería para ver cómo está hecha una obra, imaginarme cómo la hicieron. Es todo un reto, como el de un joven estudiante de ópera que decide cantar al estilo de Pavarotti e intenta hacerlo a ver si le sale
.
Perteneciente a la generación de Los 50 de la pintura mexicana, grupo posterior a la Generación de la Ruptura, Jazzamoart detalla que en Viaje al fondo de la pintura –cuyo título es una alusión a Viaje al centro de la Tierra, de Julio Verne– se vale de una selección de 100 de sus pinturas más recientes, con dos o tres años de antigüedad, para “mostrar parte de esos pasajes de estudio que he hecho de algunos de los grandes maestros y cómo, después de estudiarlos, les doy una interpretación personal o, como digo, a veces les doy en la madre, pero con conocimiento de causa.
Porque hay otros artistas que los pueden parafrasear, pero de una manera más burda, más caricaturesca o más como un pretexto para pintar, pero a lo mejor no tienen el dominio, la técnica o el oficio para acercarse. Siempre he hecho estudios de los cuadros casi como son y luego ya empiezo a hacer variaciones o a salirme del mundo de esos artistas para invitarlos al mío, al mundo Jazzamoart, y hacer todas las fantasías posibles.
Según el artista, que en la actualidad trabaja en el diseño de un traje de luces para torero, la literatura, como la música, es un elemento esencial en su vida y obra.
En realidad, lo son el arte y la cultura en general
, aclara. “Desde niño tuve la fortuna de estar en una familia de gente de arte. Mi abuela era cantante de ópera y zarzuela y a casi todo mundo en mi casa le gustaba la música; por eso ha estado desde siempre conmigo. Además, mi papá era un personaje polifacético, borrachal y bohemio, entonces siempre había pintores, músicos, poetas y locos en la casa, y desde los 5 o 6 años tuve el consentimiento paterno de estar en las fiestas y reuniones. Aprendí muchas cosas, lo bueno y lo malo, incluyendo los vicios”, refiere el maestro en entrevista.
“Todo eso me enriqueció y siempre tuve ese interés por la cultura en general, no sólo la pintura, aunque mi papá era pintor y publicista; entonces, pinté desde niño. Pero siempre la literatura me ha llamado, ha sido muy importante para nutrirme y pintar, lo mismo que el cine y el teatro. Todas las artes son muy nutritivas y creo que es una regla de oro, aunque a algunos les vale madre.
La música fue para mí el gran hallazgo. Cuando en la escuela (de arte) todos nos parecíamos a nuestros maestros o a la Generación de la Ruptura, que estaba en plenitud, y yo quería sentirme diferente, por fortuna me encontré con el jazz, y fue la gran salvación. Sobre todo me fui a la profundidad de la música para poder pintar eso que soñaba.