l pasado lunes 9 recibimos la triste noticia del fallecimiento de Miguel Concha Malo, OP, reconocido promotor y defensor de derechos humanos en México y Centroamérica, y fundador y colaborador de numerosas organizaciones civiles. Don Miguel fue uno de los pioneros en la construcción de una nueva sociedad civil organizada, y fue un gran impulsor de la lucha por la memoria, verdad y justicia en un país de víctimas, cuyos abusos eran escasamente documentados en el contexto de una larga tradición de prácticas autoritarias de los gobiernos en turno.
Originario de Querétaro y miembro de la Orden de Predicadores (OP) en México, mejor conocida como orden dominicana o dominicos, don Miguel Concha se dio a conocer inicialmente por su labor periodística desde 1977 en el diario Unomásuno, a través de un espacio de opinión en el que visibilizaba y analizaba las desigualdades sociales de Latinoamérica y promovía la defensa de la dignidad de las personas en un contexto de crecientes violaciones a derechos humanos por cuenta de las dictaduras de la región.
Desde entonces, su actividad periodística fue reconocida por la promoción de los derechos humanos a través del abordaje de temas de coyuntura tan relevantes como la pauperización del campo mexicano y la seguridad alimentaria; los derechos de los pueblos indígenas, particularmente a raíz del levantamiento del EZLN; las injusticias del TLC y el quebranto que supuso la transición neoliberal para los productores mexicanos; las carencias de nuestro sistema democrático y la vulneración del derecho ciudadano a la participación; la creciente militarización desde el sexenio de Ernesto Zedillo, así como la escalada de la violencia en los sexenios recientes.
En 1980 tuvo su primer acercamiento formal a la defensa de los derechos humanos, cuando su orden religiosa dio asilo en la Ciudad de México a la organización Socorro Jurídico Cristiano de El Salvador, organización coordinada por el jesuita Segundo Montes e impulsada por el arzobispado de monseñor Romero, encargada de acompañar a víctimas de violaciones a derechos humanos en el contexto de la dictadura y la guerrilla en dicho país. Desde el acompañamiento y colaboración con esta organización surgió la inspiración para crear un centro de defensa de derechos humanos en el país. Así fue como don Miguel Concha, junto con compañeros de causa como fray Gonzalo Balderas OP, fundaron el Centro de Derechos Humanos Fray Francisco de Vitoria OP en 1984, uno de los primeros centros de derechos humanos en el país y uno de los de mayor relevancia hasta la fecha.
Fue nombrado por los dominicos como promotor de justicia y de paz para la región de México y Centroamérica; ello le permitió ser testigo cercano de momentos relevantes en la historia de la región, como el triunfo de la revolución sandinista en Nicaragua y episodios de lucha en El Salvador. En el curso de esas experiencias confirmó su apuesta por la creación de entornos de exigibilidad de justicia para salvaguardar la dignidad humana ante dinámicas de creciente violencia y polarización en la región.
Así, participó en la creación de organizaciones, como el Centro de Estudios Sociales y Culturales Antonio de Montesinos AC en la Ciudad de México; la creación del Centro Ecuménico Antonio Valdivieso en Nicaragua; la Academia Mexicana de Derechos Humanos AC; el Comité Cerezo México, entre muchos que persisten hasta nuestros días y desempeñan una función clave para la promoción de los derechos humanos en México. Tras su salida del periódico Unomásuno, participó en la creación de esta casa editorial, La Jornada.
Sus aportaciones teóricas y su capacidad de articulación con la sociedad civil organizada fueron pieza clave para promover la creación de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos e instituir la figura del ombudsman en México en 1990. Asimismo, su trayectoria le llevó a ser consejero de la Comisión de Derechos Humanos del entonces Distrito Federal.
Es incuestionable la relevancia de don Miguel en la historia de la promoción de la agenda de los derechos humanos en México. La infraestructura actual de la sociedad civil organizada no sería la misma sin el impulso y articulación que él brindó para establecer un ecosistema de exigibilidad, defensa y promoción de los derechos humanos con miras al fortalecimiento de nuestra democracia. Su trabajo y trayectoria se tradujo, junto con el esfuerzo de otros, en la creación del ecosistema que hoy tenemos para la protección de derechos humanos, su legislación e institucionalización.
Don Miguel Concha es un innegable referente transgeneracional en la historia de los derechos humanos en el país y su testimonio son una invitación y motivación muy poderosas para continuar con la lucha en pos de la atención de los grandes pendientes que persisten en la agenda de derechos humanos y la democracia en contextos de crisis institucional generalizada. Don Miguel se nos ha adelantado, pero su cálida huella seguirá viva en los distintos frentes de lucha y defensa de la dignidad, la memoria, la verdad y la justicia. Su legado es una brújula que continuará orientándonos en el escabroso camino de la construcción de una realidad más justa y digna para las mayorías vulneradas de nuestro país y las miles de víctimas en busca de justicia. Gracias y hasta siempre, don Miguel.