Los manotazos en la Corte // La traición mayor
// El perfil de Norma Piña
oto tras voto y traición tras traición, con nombre y apellido dimos a conocer desde el martes pasado lo sucedido en la Suprema Corte de Justicia de la Nación.
El que se quiera ignorar lo dicho no cabe en quienes supuestamente están bien informados o pagan por equipos que les deberían mantener muy bien enterados.
No obstante, lo escrito quedará ahí para quienes, en su momento, traten de escudriñar en la historia, porque engañar no le va bien a nadie, así que aguas con la simulación; al final, dicen por ahí, la verdad sale a flote.
Y es que lo sucedido en la Corte, como ya también lo expresamos, deja de manifiesto el combate que se mantiene por el futuro del país; a fin de cuentas hablamos del organismo que traza una buena parte del camino que debe recorrer México.
Desde luego, como organismo cúpula, la Suprema –como se le llama por todos lados– vive en una burbuja que lo aísla de muchas realidades, no de las verdades de este lado o del otro, sino de la realidad.
Esa situación nos muestra la importancia de la institución y el porqué del conflicto que se mantuvo en las primeras planas de los diarios durante muchos días y, lo peor, la insistencia de los grupos de derecha en las prácticas destructivas, esas que utilizan para tratar de manchar todas las propuestas que pudieran beneficiar a la población.
Y si nos ponernos a mirar de cerca lo que sucedió, el asunto se pone más interesante, porque cada vez es más claro que la población en general tiene un gran enemigo, y que es el que busca impedir que se efectúen los cambios urgentes.
Pero también pasaron cosas en la vida cotidiana de la Suprema. El caso de la ministra Loretta Ortiz es significativo. Con ella se vino para abajo la posibilidad conciliar algunos temas que provengan del Zócalo. Eso que ya se conoce como la traición mayor
pone en su lugar –la derecha– a la funcionaria que en algún momento fintó con la bandera de la izquierda.
Se dice que lo de la señora Ortiz es traición mayor
porque lo de Arturo Zaldívar era de esperarse. Mientras desde Palacio Nacional se le alimentó el ego, el ministro prometía lealtad perruna, pero ya sin la meta que le prometía grandeza se colocó en su lugar natural, el conservadurismo.
Ahora, la ministra presidenta Norma Piña si bien no parece proclive a las ideas de la Presidencia, se le conoce como muy sensible a los problemas sociales que vive el país y eso parece desmarcarla de los grupos de derecha que han querido apropiársela con el discurso de la derrota del Zócalo.
Dentro de muy poco vamos a presenciar los juicios de la magistrada que bien podrían inclinar la balanza de sus decisiones hacia lo que beneficie a la población.
Eso si no da crédito a que ella es la representante de la derecha que no dejará pasar nada que provenga del otro lado de la acera, es decir, del Palacio Nacional. Ya veremos.
De pasadita
Hace unos días, en la alcaldía Tláhuac, se realizó un evento cuyo fondo político ya les habíamos adelantado.
La señora Ariadna Montiel fue a aquella demarcación a entregar las tarjetas de Bienestar a los adultos mayores que viven en esa zona del suroriente de la capital.
Bien por los adultos mayores, pero la pregunta salta: ¿que no hay otros lugares del país donde las necesidades de gente con mayor edad son más urgentes que en Tláhuac?
La respuesta es sí, pero allá no se hace campaña. Aguas, que alguien enfríe ese granizo.