Opinión
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Infancia y sociedad

Navidad mirando al cielo

D

ogon es un antiguo pueblo de África occidental; una cultura mágica y misteriosa. Los dogon son buenos agricultores y grandes astrónomos. Y, antaño, cuando el sol estaba más próximo a la Tierra, las mujeres dogon descolgaban las estrellas y las daban a los niños. Cuando estaban hartos de jugar, las madres tomaban los astros y los colocaban nuevamente en la bóveda celeste.

Crónicas Marcianas. En 1950, cuando se ignoraba si había o no vida en Marte, el genial escritor Ray Bradbury viajó a ese planeta con su poderosa imaginación y creó un libro de relatos que se convirtió en un clásico de la ciencia-ficción. Crónicas Marcianas trata de la conquista del planeta rojo y aunque el avance de las ciencias del espacio hoy rebasa los relatos de Bradbury, se cumple la intención de llevar a los lectores a Marte para pensar desde ahí en su propio planeta y en la capacidad destructiva de la raza humana:

–No arruinaremos este planeta –dijo el capitán– es demasiado grande y hermoso.

–¿Cree usted que no? Los habitantes de la Tierra tenemos talento para arruinar cosas grandes y hermosas.

Este libro es buen regalo para los más jóvenes; aún más valioso acompañado de una promesa: lo leeremos juntos cada noche. Admirador de la obra de Bradbury, Jorge Luis Borges escribió: Los marcianos que al principio del libro resultan espantosos, merecen piedad cuando la aniquilación los alcanza. Vencen los hombres y el autor anuncia con tristeza la expansión del linaje humano sobre Marte, al que nos revela como un desierto de arena azul, con ruinas de ciudades ajedrezadas, ocasos amarillos y antiguos barcos para andar por la arena.

A los niños debemos enseñar que el Sol sale por el Este y se oculta por el Oeste; que si apuntas con tu mano derecha al Este, tu cara mira al Norte y tu espalda al Sur; que todos los ríos corren en dirección al mar; que si ves un ave en medio del mar es que hay tierra hacia donde vuela. Enséñale todo eso antes de darle un celular, pues el celular se agota, la señal se pierde... y la sabiduría, nunca.

Regalemos juguetes realmente inteligentes, como las pelotas, que necesitan al niño para ser.

PS: ¡Vamos Messi¡