Número 183 Suplemento Informativo de La Jornada Directora General: Carmen Lira Saade Director Fundador: Carlos Payán Velver
Mezcales

El camino al infierno está lleno de buenas intenciones: tendencias actuales del cultivo de agaves mezcaleros en Morelos

Cultivo de maguey criollo (Agave angustifolia) en sistemas agroforestales de Morelos, donde además se cultivan y toleran diversas especies de árboles del Bosque Tropical Caducifolio como ciruelas (Spondias sp.) y copales (Bursera sp.). José Blancas
José Blancas Centro de Investigación en Biodiversidad y Conservación (CIByC) - Universidad Autónoma del Estado de Morelos Itzel Abad-Fitz Doctorado en Ciencias Naturales - Universidad Autónoma del Estado de Morelos Shaid García-Romero Facultad de Ciencias Biológicas - Universidad Autónoma del Estado de Morelos Fabiola Mena Jiménez Doctorado en Ciencias Naturales - Universidad Autónoma del Estado de Morelos

En México, el uso y manejo de los agaves ha sido una actividad milenaria, principalmente para la obtención de fibras, materiales de construcción, elaboración de bebidas fermentadas y destiladas. Actualmente, el auge de los destilados de agave (tequila y mezcal principalmente), ha generado una gran presión para obtener la mayor cantidad de materia prima en el menor tiempo posible. Lo anterior ha derivado en el establecimiento de monocultivos de agave, como única forma para abastecer las cadenas de suministro. Sin embargo, diversos estudios han mostrado que los monocultivos de agave pueden impactar de forma negativa la diversidad ecológica y cultural, así como los beneficios ambientales y de provisión de la vegetación natural en que éstos se distribuyen. Particularmente, en los últimos diez años existe en nuestro país un importante movimiento de especies y variedades de maguey tequilero y mezcalero fuera de sus áreas de distribución natural. Este fenómeno puede generar el desplazamiento de variedades locales, aumento de la deforestación para el establecimiento de plantaciones, contaminación por uso excesivo de agroquímicos, entre otros.

En este sentido, el estado de Morelos no ha sido ajeno a esta situación y actualmente existen diversos programas de gobierno, tanto a nivel estatal y federal, que promueven el cultivo de agaves como una forma de diversificación de las actividades agrícolas. Este propósito, aparentemente loable, encierra diversos peligros y amenazas a la diversidad biológica y cultural del estado. En primer lugar, la introducción de especies y variedades de agaves que no se distribuyen en el estado de forma natural, puede generar la introducción de plagas, mismas que se pueden extender a las especies silvestres. En segundo lugar, el establecimiento de monocultivos de agaves en Morelos parte del supuesto de que esta es una forma eficiente y productiva de manejar la tierra. Nada más alejado de la realidad, ya que el monocultivo es una forma de agricultura que consume grandes cantidades de energía, desde agroquímicos hasta combustibles fósiles. Esta supuesta productividad se ve opacada por la gran inversión monetaria que requiere, por la contaminación que genera y por la deforestación que provoca en los ecosistemas. En tercer lugar, erosiona los conocimientos tradicionales locales, ya que busca imponer modelos homogéneos para el cultivo de agaves, sin tomar en cuenta las especificidades regionales, la idiosincracia y tecnología local o los valores estéticos y espirituales propios de una comunidad.

En Morelos, el establecmiento de monocultivo de agaves para producir bebidas destiladas es una actividad reciente, ya que por mucho tiempo la materia prima se obtenía de la recolección de agaves silvestres, provenientes de los bosques aledaños a las comunidades productoras. Alternativamente, también se cultivaban en sistemas de cultivo diversificados, también llamados sistemas agroforestales, en donde los agaves son un elemento adicional al cultivo de maíz (Zea mays), sorgo (Sorghum bicolor), ciruelas (Spondias sp.), copales (Bursera sp.), guajes (Leucaena sp.), pitayas (Stenocerus stellatus), entre otras especies. La recolección y el cultivo de agaves en sistemas agroforestales posee una racionalidad ecológica que tiende al mantenimiento de la diversidad y a la resiliencia de los sistemas de producción. Esta racionalidad se basaba en el consumo local de los destilados y en la comercialización a pequeña escala. Y precisamente esta forma de producción se ve trastocada a fines de la década de los noventa del siglo XX por la irrupción de intereses comerciales, primeramente por representantes de la industria tequilera, quienes promueven el cultivo de agave azul (Agave tequilana) fuera de la Denominación de Origen (DO) del tequila. Posteriormente, en el 2018 con la inclusión del estado de Morelos en la DO del mezcal y la incorporación del agave criollo (Agave angustifolia) y otras variedades de esta especie a la paleta vegetal del programa gubernamental “Sembrando vida”, el panorama para la conservación biocultural en Morelos se complica.

En la zona sur y poniente de Morelos tradicionalmente se ha producido mezcal desde hace más de un siglo, con tecnologías de bajo impacto ambiental y ligadas a la cultura local. Actualmente coexisten ambos sistemas de manejo para los agaves utilizados en la elaboración de destilados, sin embargo, la tendencia hacia los monocultivos es clara y creciente. Las plantaciones de agave se multiplican en detrimento del bosque tropical caducifolio, de las milpas y de las huertas frutícolas, lo cual, de no detenerse, impactará directamente en la diversidad ecológica y en la soberanía alimentaria. Además, esta tendencia se ve alimentada por la falta de empleo en la región, el escaso apoyo a los productores para acceder a mercados alternativos, bajos precios de los productos del campo y la inseguridad creciente debido al crimen organizado. En este contexto de alta incertidumbre, esta forma de producción se presenta como viable para una población carente de oportunidades.

Por lo anterior, resulta impostergable promover y visibilizar las formas de manejo tradicional de los agaves en Morelos, mismas que son el resultado de complejos procesos adaptativos de larga data, tanto a los entornos ecológicos como a los socioculturales. También se requiere sensibilizar a los consumidores de mezcal y tequila para que valoren el trabajo de las personas del campo y privilegiar el consumo de destilados provenientes de formas de manejo sostenibles. A su vez, es necesario desterrar la idea de que los monocultivos de agave constituyen un “paisaje cultural”, como eufemísticamente se les pretende llamar a estos verdaderos desiertos azules y verdes. Nuestra relación con los agaves, también pasa por repensar nuestra relación con el entorno, a fin de hacer compatible la conservación ambiental y el mantenimiento de los medios de vida de las personas en el campo. •

Producción de mezcal en Morelos a partir de maguey criollo (Agave angustifolia). José Blancas
La extensión de los desiertos azules en Morelos se ha intensificado de la mano de los intereses comerciales y de algunas políticas públicas. José Blancas