Venenoso regalo navideño para la monarquía
parecen en el exitoso documental de Netflix como la pareja perfecta, amorosa, alejada de la fama y dedicada a construir una familia muy diferente a la que tuvo que soportar el príncipe Enrique, hijo de Diana de Gales, y Meghan, que obtuvo mediana presencia en la televisión de Estados Unidos y Canadá.
Esa pareja da a la monarquía británica un venenoso regalo navideño: su negro pasado que suele olvidar o ignora una población cuyo símbolo de identidad nacional es la corona, además de describir a un clan familiar rancio, fuera de la realidad que vive el común de la gente; inmensamente rico, pero que recibe dinero de los contribuyentes.
Meghan, hija de una afroamericana, desató en la prensa amarillista de Inglaterra numerosos comentarios racistas. Una nación en el que apenas 2 por ciento de su población es africana y sólo el 0.2 por ciento de los periodistas tienen ese origen.
Pero esa campaña racista aireó una negra historia de la milenaria monarquía: fue la reina Isabel I la que en 1662 inauguró y se benefició de la trata de esclavos. La apoyaron sus sucesores hasta 1833, cuando fue abolida totalmente. En ese lapso se transportó a 3.4 millones de esclavos entre Europa, África y América. Y otra infamia: los antiguos propietarios recibieron hasta 20 millones de libras a modo de compensación por los daños que sufrieron al perder sus esclavos.
También, cómo las grandes fortunas de la corona y la nobleza
inglesa provienen de la explotación sin límites de los recursos naturales y de la población de las que fueron sus ricas colonias y ahora hacen parte de ese fantasma que es la mancomunidad británica, y que durante sus 70 años de reinado Isabel II trató de consolidar, sin éxito. Otro tema latente en el documental: la creciente oposición de los grupos más radicales contra la llegada de migrantes, esos millones que con su trabajo han sostenido la economía del país.
En cuanto a la prensa, la denuncia del acuerdo tácito entre la corona y los principales diarios ingleses para proteger la institución. Ello no impide ocultar los delitos de algunos de sus integrantes. Como Andrés, hijo preferido de Isabel II, despojado de sus títulos nobiliarios por abusar sexualmente de una menor.
La pareja perfecta sale de la familia real y huye del acoso de la prensa, pero gana muchos millones por sus apariciones en los medios y goza de los 500 minutos de fama que dura el documental.