Ambiente pesimista en torno al Tri // ¡Queremos cerveza!
, clamor en el juego inaugural
nmedio de oscuros presagios para el Tri, comenzó a rodar el balón en Qatar con un Ecuador que despertó admiración, porque enseguida mostró músculo y garra; no obstante, tras sopesar al endeble rival soltó la presa y simuló, jugueteó, entendió que no convenía masacrar al anfitrión y apagar la fiesta tan temprano. Al menos ese fue el claro mensaje que envió el omnipotente VAR al anular increíblemente el primer gol de Enner Valencia y privarlo de un glorioso hat trick.
De cara al debut frente a Polonia, el Tri de Gerardo Martino se esfuerza por salir del ambiente enrarecido que dejó la derrota ante Suecia (1-2 en el último ensayo), y la molestia generalizada por la exclusión de Diego Lainez y Santiago Giménez. Doble puñalada: primero privan a la afición de sus ídolos Javier Chicharito Hernández y Carlos Vela, y luego echan a estos jugadores, sobre todo al Chaquito, quien había ganado terreno en el gusto del público.
El plantel, ya instalado en lujoso hotel catarí, se sacude la presión y el domingo buscó un ambiente más amable al organizar una convivencia familiar, poniendo oídos sordos a las advertencias de Robert Lewandowski y Nicola Zalewski. Lo que se trabajó, bien; lo que no, también. No hay remedio... Dos temas, no obstante, sobresalen, pues mientras varios planteles muestran caras nuevas, casi infantiles, con jugadores de 18 o 19 años, México llamó la atención por ser un plantel viejo.
Alemania tiene a dos mozuelos, Jamal Musiala, de 19 abriles, y Joussoufa Moukoko, quien cumplirá los 18 en plena Copa. También España presume a Pedri, de 19, y a Gavi, quien a sus dieciocho tiene una docena de partidos con la selección. Nuestro portero Alfredo Talavera, de 40 años, hizo evocar al camerunés Roger Milla, apodado abuelo. En general el plantel se ubicó como el segundo más añejo, sólo detrás de Irán.
Tal situación es cortesía de los federativos mexicanos empeñados en perseguir billetes y desdeñar los temas deportivos, de crecimiento, de renovar mirando al futuro. Al portero Carlos Acevedo el Tata Martino –quien ayer cumplió 60 años– ni lo tomó en cuenta, en cambio se aseguró de que los veteranos Andrés Guardado y Guillermo Ochoa celebren su quinta Copa. Al estratega argentino todo eso se le resbala, cobrará sus honorarios y se irá tan tranquilo.
Destrozado por tener que renunciar a la Copa del Mundo, el ganador del último Balón de Oro, el francés Karim Benzema, dio una lección de honestidad y solidaridad. Un gesto similar hubiese enaltecido a Raúl Jiménez, quien en cambio prefirió sumar un Mundial más a su palmarés individual, aunque en realidad está restando fuerza al equipo tricolor; ante Suecia deambuló sobre la cancha y nadie espera una recuperación milagrosa.
El tema de las lesiones está pegando sin misericordia, sobre todo a los campeones galos con seis bajas sensibles; Inglaterra, dos: James Reece y Ben Chilwell; Portugal se quedó sin Diogo Jota. Argentina –por si las moscas– tiene entre algodones a Lionel Messi, aquejado de fatiga muscular… Aun así, la orgullosa Francia decidió no llamar a otro jugador, tiene razón, Benzema no tiene remplazo, pero también es posible que el técnico Didier Deschamps se esté curando en salud.
Apenas empieza esto y ya crece el reclamo. La afición ecuatoriana salió eufórica del estadio Al Bayt tras la victoria de Valencia y compañía, pero no se fue feliz del todo, y no precisamente por la lesión de rodilla de su capitán que generó inquietud. Lo que les borra la sonrisa es el calor –incluso con aire acondicionado es intenso, afirman–, y con la misma fuerza que coreó el doblete, exigió en pleno graderío: ¡Queremos cerveza, queremos cerveza...!
Las Amazonas de la UANL el lunes pasado entregaron un primer cetro a la estratega Carmelina Moscato, fue así y no al revés. La entrenadora canadiense llegó al equipo femenil más poderoso de la Liga Mx sin varita mágica; desde luego, aportó su granito de arena, pero las tigrillas recuperaron fiereza e hicieron evocar al técnico uruguayo Carlos Miloc, cuando se ufanó diciendo, allá por el año 1991, al América yo lo dirijo hasta por teléfono
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