Realizan cuarta mesa redonda en la UNAM para celebrar el centenario del científico social
Martes 15 de noviembre de 2022, p. 12
De niño fue un mal estudiante. Su padre lo envió a un taller de carpintería. El duro trabajo lo devolvió a los libros. Aprendió a boxear para defenderse de un acosador y, gracias a un tío militar, el arte de la esgrima. Todos estos datos, acaso poco conocidos, fueron puestos en la mesa en un homenaje a Pablo González Casanova, en ocasión de sus cien años de vida.
La longevidad de González Casanova ha generado una larga lista de homenajes, doctorados honoris causa y, sobre todo, el reconocimiento de pueblos con los que ha sido solidario y de las legiones de investigadores formados bajo su guía.
Para celebrar el centenario del profesor emérito, la Universidad Nacional Autónoma de México ha organizado, entre otros eventos, un ciclo de mesas redondas en las cuales se analizan distintos ángulos de la prolífica trayectoria de este autor fundamental.
La cuarta mesa, que se realizó ayer y fue transmitida por Internet, se llamó Pablo González Casanova: de la academia a la política, la cual contó con la participación de María de Jesús Patricio Martínez, vocera del Congreso Nacional Indígena, Sebastián Rivera Mir, de El Colegio Mexiquense y el periodista Luis Hernández Navarro, moderado por Raúl Romero Gallardo, del Instituto de Investigaciones Sociales de la UNAM.
Rivera Mir trazó una ruta por la amplia obra bibliográfica del ex rector de la máxima casa de estudios, destacando la peculiar mirada latinoamericana
de González Casanova y su incansable papel de animador de empresas culturales en todo el subcontinente.
El investigador también aseguró que a diferencia de otros intelectuales que quieren figurar
, González Casanova está presente en las luchas que decide respaldar, como un soporte
y no como un protagonista.
María de Jesús Patricio recalcó el compromiso del homenajeado con los pueblos indígenas y dijo que su obra ha ayudado a las comunidades a entender cómo los asuntos globales afectan a escala local. Ha ayudado a entender el despojo disfrazado de desarrollo
que padecen los pueblos originarios.
Hernández Navarro destacó que el científico social ha abierto enormes ventanas para asomarse y comprender a la sociedad latinoamericana y los cambios en el mundo
, que fue discípulo de Alfonso Reyes, y alumno de Fernand Braudel y George Gurtvitch, comenzó su formación estudiando contabilidad en una escuela privada, tras la tragedia que representó la muerte de su padre, y que su primer y aburrido trabajo fue de ayudante de cajero en un banco, donde debía clasificar papeles por sus colores.
Hernández Navarro siguió el recorrido por el largo camino de González Casanova: de El Colegio de México a sus estudios en Francia, y de ahí a una infatigable labor que se tradujo en 24 libros, sin contar los 32 en los que participó como coordinador o editor.
Entre las historias que fueron reseñadas por Luis Hernández Navarro están también su papel en la fundación de La Jornada. En palabras del autor de La democracia en México: “Me acuerdo en sueños de aquella noche en que llegaron varios amigos. Más que mi memoria, me despertó su consternación. Acababan de renunciar a un periódico en el que se hacía cada vez más difícil trabajar… Cuando me contaron de su renuncia, recuerdo que les dije con cierta irresponsabilidad: ¿Y por qué no fundamos otro? Era uno de esos desplantes de juventud que a veces provocan efectos reales”.