Dioses de México
a 72 Muestra Internacional de Cine inició ayer con la proyección de Dioses de México (2022), ambicioso documental del cineasta italiano, radicado en en este país, Helmut Dosantos, cuyo diseño y realización tomó nueve años de minuciosa exploración de los rituales y mitos ancestrales de comunidades indígenas en 16 estados mexicanos. Se trata de una experiencia sensorial sin diálogos, con estupendo diseño sonoro y un aprovechamiento singular de pasajes de la séptima sinfonía, llamada Tolteca
, de Philip Glass.
La organización del trabajo es interesante: se trata de cuatro segmentos de poco más de media hora cada uno: primeramente, Los diablos, incursión en las festividades religiosas y paganas de pueblos afro-mexicanos; luego, Rapsodias de los cuatro vientos, exploración de cuatro regiones del país y sus pueblos originarios a partir de imágenes fijas, que si bien corren el riesgo de una estetización gratuita o folclorizante, con ecos del cine de Sergei Eisenstein y de fotografías de Graciela Iturbide o de Manuel Alvarez Bravo, finalmente esa posible inspiración se resuelve en momentos de gran belleza plástica.
viene después un tercer capítulo, Blanco, donde se refieren las faenas de campesinos en la explotación de la sal en regiones del noroeste del país, mostrando en paralelo festividades tradicionales como la danza del torito, reposo y distracción de las labores extenuantes; un capítulo final, Negro, posee una carga dramática más poderosa en su descripción del trabajo en las minas, con un recorrido casi espectral por túneles y grutas, y con escenas memorables como el diario ritual doméstico en el que una mujer lava con esmero el cabello y el cuerpo ennegrecido y salitroso de su pareja masculina o esa desbandada de miles de pájaros por el firmamento, fragmentos líricos todos de un fresco visual con vocación muralista.
No hay en la cinta una denuncia frontal de la explotación laboral ni de las condiciones inhumanas de subsistencia, aunque tampoco parece ser ése su propósito. Importa más, cabe suponer, dejar constancia de una resistencia cultural que ha sobrevivido a todos los intentos por ningunear o eclipsar la originalidad y persistencia de las tradiciones.
Helmut Dosantos ofrece en Dioses de México un diorama de la diversidad indígena, ya no como producto pintoresco de exportación, sino como una realidad muy viva, lamentablemente desatendida por las élites culturales del país. Podría también ser una sugerencia para descubrir o releer Los indios de México, de Fernando Benítez, un complemento idóneo.
Se exhibe en la sala 1 de la Cineteca Nacional a las 12:45 y 18 horas.