En prácticamente todos los juicios que llegan a la Corte Interamericana de Derechos Humanos (CorteIDH) hay víctimas mujeres. Así ha sido siempre, pero se hicieron visibles y empezaron a ser atendidas con perspectiva de género a partir de 2002, cuando por primera vez hubo una jueza, afirmó Elizabeth Odio, abogada y segunda jueza del sexo femenino en ese organismo.

La primera fue Cecilia Medina, de Chile. En los últimos seis años la integración de la Corte se transformó y por primera vez hubo tres juzgadoras, de Argentina, Costa Rica y Chile; también, cuatro varones en el mismo rango, de Uruguay, Colombia, México y Brasil, resaltó la jurista, de 83 años de edad, quien durante 2021 fungió como presidenta de la CorteIDH.

Ha costado mucho el cambio en el abordaje de los asuntos porque prevalece el patriarcado como forma de organización social en la que predominan mitos, estereotipos y discriminación, señaló.

En entrevista, durante el seminario de Salud organizado por el laboratorio farmacéutico Roche en Cartagena, Colombia, la abogada señaló que la educación es la alternativa para terminar con la subordinación y los hechos de violencia en contra de las mujeres. Se puede transformar la sociedad para hacerla más justa, igualitaria y equitativa, sostuvo.

Las agresiones forman parte de una realidad que ha costado mucho sacar a la luz, subrayó. Hacerlas visibles y luego que se reconociera a la población femenina como sujeto de derechos humanos en condiciones de igualdad con los hombres tampoco ha sido fácil y menos en América Latina, el continente con más desigualdad.

Elizabeth Odio acumuló 21 años de experiencia en cortes internacionales, durante los cuales se distinguió por su visión en favor de los derechos de las mujeres.

–¿En qué momento fue posible para las mujeres presentar denuncias? –se le pregunta.

–Siempre ha habido denuncias, pero una parte del problema es que no las acogen, no llegan a buen puerto y las mujeres se descorazonan. De los casos que deberían llegar a los juzgados, lo logra un porcentaje muy bajo, y de los que llegan muy pocos tienen éxito.

–¿Y en la CorteIDH?

–Ahora es diferente porque hay un procedimiento establecido. Vienen de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) y cuando la Corte los examina; siempre se declara integrar la responsabilidad del Estado.

–¿Los procesos son muy largos?

–Es cierto, aunque lo más impactante y conmovedor es que a pesar del tiempo que deben esperar, las víctimas reconocen que finalmente encontraron quien las oyera. Buscan que alguien reconozca su derecho a la justicia.

Durante su plática en el seminario de Roche, recordó algunos casos representativos que fueron revisados por la CorteIDH, entre ellos, uno de Perú, sobre un motín en la cárcel, cuando por primera vez se examinó con perspectiva de género.

Otro, de violación a los derechos sexuales y reproductivos, fue de una mujer que tuvo un parto por cesárea, durante el que el cirujano decidió esterilizarla sin consentimiento de la paciente.