ntre las muchas cosas que deslumbraron a los españoles al descubrir las riquezas que poseía el territorio recién descubierto estaban la variedad y utilización de las hierbas.
Les impresionaron los jardines botánicos de Tenochtitlan y de Texcoco. Esto sucedía 100 años antes de que se creara el de París y 50 antes que el famoso de Padua. Prueba de su asombro es que todos los cronistas e historiadores y el propio Cortés las comentan con admiración.
El sabio fraile Bernardino de Sahagún escribe un amplio capítulo, En que se trata de todas las hierbas
, en la magna recopilación que llevó a cabo con informantes indígenas en el Colegio Real de Tlaltelolco.
Nos habla de ciertas hierbas que emborrachan
, de las comestibles cocidas
, de las que se comen crudas
y de las medicinales
. Estas últimas son decenas; sus explicaciones son minuciosas y da el remedio para prácticamente cualquier enfermedad.
El tema se consideró de tanta importancia que a fines del siglo XVI, el rey Felipe II envió a su médico personal, Francisco Hernández, a hacer una compilación de la flora de la Nueva España. La medicina europea recibió admirada la información sobre mil 200 especies vegetales curativas.
El uso de hierbas para fines medicinales, así como para arreglar el alma o... desarreglarla, es de uso común en nuestro país desde la época prehispánica. La enorme variedad de suelos y climas ofrecen una rica flora que nuestros antepasados indígenas se preocuparon en conocer y estudiar. Es sabido que el emperador Moctezuma proporcionaba a sus súbditos enfermos plantas curativas que había mandado cultivar en sus jardines reales.
Resulta sorprendente que gran parte de esos conocimientos continúan vivos, principalmente entre los pueblos indígenas. En el Centro Histórico se encuentra el mercado de Sonora, especializado en la venta de toda clase de hierbas, a las que se les han añadido amuletos, productos para limpias
y espantar los malos espíritus.
La mítica Farmacia París tiene La Botica
, que ocupa un bello edificio que fue parte del convento de San Agustín y conserva su arquitectura barroca con muros de tezontle y marcos de cantera.
Aquí se encuentran las secciones de homeopatía, herbolaria y dermatología donde preparan las fórmulas magistrales y las oficinales, ambas muy frecuentes en situaciones especiales como en pediatría, geriatría y dermatología. Actualmente se elaboran más de 100 remedios al estilo de los boticarios.
Adicionalmente, en la banqueta se colocan hierberos con la mercancía que venden con todo y la detallada explicación del uso.
Otro sitio especializado es el Pasaje Catedral. Ahí se campechanean
las tiendas de estos productos con las de artículos religiosos. Extraña mezcla que nos muestra el sincretismo que caracteriza al mexicano. Es curioso encontrar en los comercios de hierbas, libros naturistas, de brujería, buditas, amuletos, incienso y cuanta ocurrencia esotérica exista.
Eso sí, la cuestión de las plantas medicinales guarda mucha seriedad y según su mal, le dan su bolsita de papel estraza con sus hierbitas y la cuidadosa explicación de cómo tomarlas: Hay quien dice que son efectivísimas... es cuestión de probar, aunque existen muchas personas que por si las dudas, pasan después a las tiendas de la parafernalia religiosa y se compran una imagen para ponerle su veladora y que ayude con la curación.
Ahora que ya se conocen y se padecen las peligrosas consecuencias del abuso de ingredientes artificiales y químicos que alteran el equilibrio de la naturaleza y por ende del ser humano –sólo pensemos en lo que ha causado el abuso de los antibióticos–, se busca regresar a lo natural.
Es un buen momento para volver la mirada a esos conocimientos ancestrales, que por siglos han mantenido la salud de cientos de generaciones a lo largo y ancho del país.
Otro uso relevante de las hierbas es como alimento, que es sano, nutritivo y muy sabroso. Pensemos en unos romeritos en mole, huazontles capeados navegado en caldillo de jitomate, nopalitos con cilantro y cebollita picada, frijoles con epazote, verdolagas con habas, tamalitos de chepil, pescado envuelto en hoja santa, sopa de guías y flor de calabaza, y así podría seguir y seguir.
Mejor vamos a Antolina en Aguascalientes 232, en la Condesa, donde Pedro Sañudo ofrece una exquisita comida mexicana con productos que adquiere de las chinampas, igual que sus sabrosos mezcales directo de los productores.