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No basta una recreación correcta de época sino una que sea emocional: Eugenio Caballero
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▲ Fotograma de la cinta Bardo del realizador mexicano Alejandro González Iñárritu.
Especial para La Jornada
Periódico La Jornada
Domingo 6 de noviembre de 2022, p. 7

Suele aceptarse, como una regla de las nuevas tecnologías cinematográficas, que los adelantos emergentes como el StageCraft, es decir, el inmenso set con una gigantesca pared de pantallas LED –en sustitución de las green screen–, empleados en The Mandalorian (2019), uno de los tantos seriales emanados del taquillazo La Guerra de las Galaxias (Star Wars, 1977), pertenecen no sólo a las producciones de ciencia ficción, sino de fantasía, de acción, bélico o, en fin, al cine de género.

Nada más lejos de la realidad, explica Eugenio Caballero, pues el diseñador de arte mexicano recurrió a esta misma tecnología para una compleja escena de Bardo (2022), el séptimo largometraje del realizador Alejandro González Iñárritu.

“El set y las pantallas como el de The Mandalorian, nosotros lo utilizamos en Bardo, aunque no lo creas. Trajimos las pantallas para hacer todo el metro elevado, el tren de Santa Mónica. Eso, básicamente, fue una construcción en un foro rodeado de estas pantallas, de esta tecnología, cuyos contenidos o plates se fueron a hacer a California y a determinada hora, porque queríamos cierta incidencia de luz, de manera muy precisa, en cada una de las escenas.

Construimos un set muy sofisticado con resortes para poder tener movimiento y después poder llenarlo de agua, quitar bien las paredes cuando se necesite y poder rodar libremente una secuencia que a la legua era muy difícil, muy complicada, explica el ganador del premio Óscar en 2007 en Diseño de Arte por El Laberinto del Fauno (2006).

Luego de su estreno en la 79 Mostra de Venecia, en septiembre pasado, Bardo tuvo su estreno en México como la película inaugural del 20 Festival Internacional de Cine de Morelia, en el que el diseñador de producción y de arte, nacido en la Ciudad de México en 1972, fue el recipiendario del Premio Cuervo por sus aportaciones a la cinematografía internacional.

La película se encuentra en cartelera desde el 27 de octubre, con medio millar de copias, y estrenará en Netflix el 16 de diciembre, siete semanas más tarde.

Metodología de trabajo

Aunque Bardo es una cinta que toca muchos temas y épocas, en realidad la considera una película contemporánea que sucede en un espacio-tiempo similar a la realidad actual y que si bien toca ciertos temas históricos como la guerra méxico-estadunidense, parte, de alguna manera, de la mente y de la situación que el personaje de Silverio Gama (Daniel Giménez-Cacho) vive en este momento particular. Y para corresponderla, desde su especialidad, le resulta de fundamental importancia crear una metodología de trabajo.

Lo primero que hace, explica, es escuchar el concepto que el director quiere plantear para, en seguida, emprender un trabajo importante de investigación, para no quedarse fuera del entorno, y entonces generar una suerte de marco de diseño en el que ya puede utilizar sus herramientas para ejercer el oficio, no solamente para hacer una recreación correcta de época, como ocurrió con Roma, sino una que sea también emocional.

Primero investigas y después lo dibujas, lo pruebas, rompes papeles, vuelves a hacerlo, señala.

Habrá que tomar en cuenta, además, que la naturaleza de cada uno de los proyectos en que ha participado es distinta, no sólo por las décadas transcurridas entre El Laberinto del Fauno, que hicimos hace casi 20 años y Bardo el año pasado, sino que él mismo ha evolucionado y cambiado como creador, incluso en dónde pone el foco, en lo que se quiere contar y en el cómo se hace, así que claramente las respuestas son diversas así como la aproximación es distinta.

Y ejemplifica: Ese pasillo del hospital lo construimos en un foro y lo pintamos tres veces porque, aunque se veía muy bien, una vez que estaba terminado, había algo que no nos terminaba de gustar ni de llevarlo a lo que se requería, a esta sensación como de sueño, digamos, onírica y luminosa que requería la escena, porque si se iba a un lado totalmente oscuro verdaderamente cambiaría el sentido de la película por completo. Entonces, lo que me gusta es la importancia de la iluminación y de los espacios, que ayuda a definir, de alguna manera, el tono del filme, explica Caballero.

Reflexionar sobre lo hecho

Luego de escribir un dossier sobre el diseño de producción de Roma, Eugenio anuncia que está en proceso de escribir algo similar respecto al proceso detrás de Bardo, por varias razones.

Estás viendo las cosas con un poco más de distancia. Estás entendiendo lo que hiciste casi de una manera automática. Aunque al principio hay tiempo de pensarlo, cuando haces una película llega un momento en que todo sucede tan, pero tan rápido, que ya no entiendes qué hiciste porque lo trabajaste de manera automática. Por eso vale la pena pararse y concientizar las decisiones tomadas y las cosas hechas, la elección de ciertos colores, dice el ganador de tres premios Ariel por Zurdo (2003), El Laberinto del Fauno y Roma.

Esto le ocurre particularmente con Bardo, al ser una película muy épica, de voltear a ver la cantidad de trabajo de gente muy talentosa que colaboró en ella: constructores, pintores, en fin, la enorme cantidad de personas detrás de cada una de estas ideas.

Y ahí es cuando el oficio cobra importancia para mí, porque no nada más es una idea, sino que hay que materializarla y para eso se necesita de mucha gente alrededor, particularmente en México, donde se ponen la camiseta totalmente. Siento que esa actitud queda de aquella época en la que hacer cine era, básicamente, un acto de fe. Hace 20 o 30 años no había producción pero creíamos que era posible y que eventualmente podríamos hacer las cosas, así que siento que esa voluntad empieza a rendir sus frutos, indica el encargado del diseño de producción, junto con Bárbara Enríquez, de la próxima serie de Netflix, Cien años de soledad.