Santiago. No ha ingresado el proyecto al Parlamento, no se conocen sus detalles, pero desde la derecha y desde las indignadas administradoras de fondos de pensiones (AFP), ya se arrojaron con todo sobre la anunciada reforma previsional en Chile, cuya otra principal característica radica en terminar con aquéllas y crear un aporte patronal equivalente a 6 por ciento del salario.

En esencia es un cambio cultural que tiene que ver con pasar del individualismo a la solidaridad con el prójimo, todo lo contrario a los valores del hípercapitalismo neoliberal vigente.

Recaredo Gálvez, especialista en seguridad social e investigador de la Fundación Sol (www.fundacionsol.cl), anticipa un duro escenario para el proyecto que a mitad de semana presentó el presidente Gabriel Boric. Lo considera un reconocimiento explícito del fracaso del sistema de cuentas individuales de capitalización y una propuesta bastante moderada que consagra un minisistema mixto.

Destaca la baja probabilidad de que se apruebe tal cual, dado el acoso derechista y las fragilidades gubernamentales, por lo que advierte el riesgo de mayor conflictividad social si la clase política hace prevalecer sus egoísmos por sobre la carencia de seguridad social.

Aquí no estamos frente a una calma taza de leche donde el gobierno tiene todo para avanzar, estamos en una crisis global que impacta fuertemente; en Chile en los precios (13.7 por ciento de variación anual acumulada a septiembre) y con una situación estructural de bajos salarios, bajas pensiones, una profunda precarización laboral y un debilitado y atomizado mundo sindical, eso es parte de una crisis, dice.

–¿El gobierno se juega la vida con esta reforma?

–Hay quienes creen que el gobierno se jugó la vida el 4 de septiembre (la fecha del plebiscito en que la nueva constitución fue rechazada por el 62 por ciento). Si hubiese ganado el Apruebo, seguramente hubiese planteado una reforma previsional distinta. Lo que intenta hacer ahora, con las reformas tributaria y previsional es jugarse a incrementar las transformaciones, pero sin afectar la esencia del modelo.

El plebiscito marcó la pauta del gobierno y lo que vemos hoy es tratar de mantenerse con vida por el tiempo que le queda (tres años y cuatro meses, hasta marzo de 2026) con una agenda para el debate. Veremos si logra manejarla y mantener estos temas vigentes, eso depende de que las prioridades sean los temas que puedan desprenderse de la movilización.

–¿La reforma está mediatizada por la realidad política del gobierno, ser minoría parlamentaria y el auge conservador?

–Hay personas vinculadas a los grupos económicos y financieros que donaron grandes sumas de dinero a las campañas de la convención constituyente y del plebiscito de salida. Esos grupos y personas persisten en fortalecer la capitalización individual, quieren que el 6 por ciento de aporte patronal vaya a cuentas individuales. Es probable que el proyecto se divida para tramitar el pilar no contributivo o pensión garantizada universal (PGU), dependiente de la reforma tributaria en trámite y que se postergue la discusión.

La derecha ha tomado un rumbo cada vez más conservador, está dispuesta a que crezca la cuenta individual, mantener las AFP e incrementar el flujo de capitales hacia el gran empresariado, coloca sus intereses por delante de los de la gente común y corriente que requiere pensiones dignas.

Buena parte de la reforma de pensiones depende de la reforma tributaria que intenta el gobierno.

“El avance es lento, hay un empoderamiento conservador y el nudo político es que el gobierno no logre la reforma tributaria en los términos de la recaudación señalada (4 por ciento del PIB, equivalente a 12 mil millones de dólares) y esto afecte la reforma previsional. No ha quedado claro el efecto en la reforma de pensiones si aquello ocurre, sobre todo porque el pilar que podría avanzar es el no contributivo que depende de los impuestos generales.

La Superintendencia de Pensiones ha llamado la atención a las AFP por la propaganda que distribuyen para proteger sus intereses y que encubren como informativa. Hay una dificultad cultural porque desde hace 40 años en Chile no tenemos un modelo de seguridad social que integre pensiones, salud, seguridad en el trabajo, etcétera. Pero es necesario fortalecer el mensaje acerca de la realidad material que puede generar un sistema con un mayor componente solidario. Debemos seguir debatiendo, informando y posicionando las ideas de que a través de cotizaciones y gasto público, se pueden mejorar sustancialmente las pensiones, en función de mostrar los resultados que se pueden proyectar con un sistema de estas características y que es totalmente viable técnicamente.