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Cervantino 50
Gustavo Dudamel dirigió en el FIC el estreno de Altar de cuerdas, de Gabriela Ortiz
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▲ En el Teatro Juárez, como parte de las actividades de la edición de oro del Festival Internacional Cervantino, la violinista María Duarte interpretó con destreza la pieza de Ortiz, la cual fue comisionada por la Filarmónica de Los Ángeles. Después de este estreno, el músico venezolano dirigió Titán, de Gustav Mahler.Foto Gabriela Morales/ FIC
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Periódico La Jornada
Lunes 31 de octubre de 2022, p. 8

Guanajuato, Gto., La compositora Gabriela Ortiz estrenó en México Altar de cuerdas en el Festival Internacional Cervantino (FIC), el pasado sábado, en una presentación en el Teatro Juárez dirigida por el reconocido músico venezolano Gustavo Dudamel.

La violinista María Duarte interpretó con destreza la creación de Ortiz. Ambas recibieron una larga ovación por la calidad de su trabajo. La joven retribuyó con una pieza fuera de programa.

La composición dada a conocer al público mexicano fue comisionada por la Filarmónica de Los Ángeles (LA Phil) y está integrada por tres partes: Morisco chilango, Canto abierto y Maya déco.

Gabriela Ortiz ha explicado que esta pieza de tres movimientos tiene referencias arquitectónicas en las que busca edificar y deconstruir grandes acordes orquestales que van y vienen en un oleaje que incluso puede observarse visualmente en la partitura, mientras el violín flota sobre esas aguas y espacios sonoros.

Desde una calidez cercana, Duarte tocó con pasión la pieza que exigía gran intensidad. Varias ocasiones removió cuerdas rotas de su arco para continuar en ese contacto con el público arrobado.

El abanico de emociones producidas por la obra de Ortiz pasaban de la celeridad hacia una calma introspectiva, el creciente rumor de una conversación profunda y nostálgica hasta el vértigo.

Más tarde, Dudamel encabezó a LA Phil con la Sinfonía Titán, de Gustav Mahler. Una continuación del éxito que obtuvo un día antes en el Auditorio Nacional de la Ciudad de México.

En el Cervantino, ante una asistencia mucho más reducida, pero no menos entregada a su maestría, el director venezolano hizo gala de su sólido liderazgo durante más de dos horas.

Al final de la obra mahleriana, dados los aplausos de pie continuados por más de cinco minutos, Dudamel regresó al escenario en cuatro ocasiones y cada vez se incrementaba la ovación hasta que la misma orquesta le pidió agregar una pieza. Cerró con un popurrí venezolano, como un regalo para el público mexicano y cervantino.